Favela en la ciudad de Berlín

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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Nadie puede imaginarse o creer que en una metrópolis germana, pudiese existir una zona de tugurios y más grave que sea en una de las más bellas e importantes ciudades, cual es Berlín. En ese punto geográfico asimismo se observa miseria, suciedad, gente en condiciones de vida infrahumanas, donde en hacinamiento viven 200 personas, con un solo aparato sanitario y rodeado en las noches de ratas que llegan buscando los restos de comida. Es decir como si estuviésemos viendo esos cinturones de barracas que están en torno de la mayoría de las capitales de los países subdesarrollados de América, Asia o África.
A semejanza de las favelas del Brasil, que son las más afamadas, en Berlín al lado de las grandes avenidas, los vistosos avisos, los exquisitos restaurantes, los magníficos servicios públicos, los avances informáticos, también se aprecia un sitio o un micro cosmo miserable como suelen llamarlo los alemanes, repleto de chabolas de cartón y hojalata.
El actual alcalde Klaus Wowereit quien está al frente de esa responsabilidad hace 13 años ha afirmado: "Berlín es pobre pero sexi". En esa forma admitió hace poco tiempo la ambivalente fama de la capital alemana para resaltar la recuperada vida alegre que se ofrece a sus visitantes y pobladores, pues allí la diversión es 24 horas. Agregó el burgomaestre "El lado sexi se encuentra en cada esquina".
Esa pobreza de Berlín indudablemente no aparece ni se va a conocer en los folletos turísticos, pero es una realidad que se percibe de dos años para acá, con la llegada de polacos, rusos, rumanos, búlgaros y turcos que comparten ese futuro incierto y triste, junto con unos pocos teutones denominados junkies, que no son otra cosa que drogadictos. Estos últimos en contraste con los extranjeros mencionados que arribaron por no tener recursos para vivir, se compenetraron con ellos para alejarse de la burguesía, buscando con el vicio nuevas inspiraciones, aventuras y alternativas de vida.
Tal área urbana se ubica en el barrio Kreusberg, bautizado a partir de 1970 como la pequeña Estambul, dado que allí se instalaron y se quedaron cantidad de turcos que llegaron en la búsqueda de mejores oportunidades. Pero allí igualmente se concentran y residen artistas, hippies y punkis puesto que es un lugar barato, pintoresco y multicultural. La parte tugurial está rodeada de un muro y ocupa el tamaño de una cancha de fútbol. Esta última superficie territorial tiene un dueño. Se trata de un empresario Arthur Susskind y su deseo es construir en esos terrenos un barrio de viviendas de lujo.
En la eventualidad en que se quiera plasmar la idea del propietario, habrá necesidad de desalojar a los moradores y ellos a sabiendas de aquello que les puede suceder han dicho: "No sabemos hasta cuándo podremos vivir aquí, pero estamos preparados para enfrentarnos a la Policía si intenta desalojarnos". Jan, un rumano de 43 años, que abandonó su Nación con motivo de su crisis económica, ha expresado: "Aquí vivimos mal pero en Berlín hay trabajo".
Una cosa inusitada, absurda y rara es aquella que tiene que ver con los mismos alemanes, que habitan en construcciones de madera y latón, toda vez que consideran y así lo expresan Marx y Markus al decir: "Ahora somos libres, cada uno nos damos el lujo de no hacer nada y simplemente contemplamos como pasa el tiempo".
Hace un año la BMW y el Museo Guggengeim de Nueva York anunciaron construir en esa franja de extrema pobreza un laboratorio futurista para estudiar el desarrollo de las grandes ciudades y curiosamente una protesta pacífica de los vecinos enterró el proyecto y entonces eso originó que llegaran más personas indocumen-tadas e indigentes a integrarse a esa comuna de pauperismo.
Definitivamente como se dice en forma coloquial, en todas partes se cuecen habas. Ahí está en medio del evidente desarrollo, del país más próspero de Europa, en esa urbe principal de Alemania un espacio de miseria humana, que jamás podríamos concebir pero ciertamente los hechos son muy dicientes y visibles.
Lo peor del caso es que en la medida en que la circunstancia financiera no mejore como está sucediendo en toda Europa, aún en Alemania que todavía no ha salido de la vicisitud económica, van a seguir apareciendo de los países más afectados por la pobreza, esto es de sus antiguas colonias y del viejo continente, los forasteros que buscan refugio, comida y un nuevo aire de esperanza en la única locomotora europea de mejoramiento social, que arrastra todos los vagones de necesitados.