Evitemos el lenguaje farragoso

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Una costumbre que está tomando fuerza entre nosotros es utilizar los géneros masculino y femenino aplicados a sustantivos y adjetivos en contextos que bien podrían entenderse con la sola mención del primero de los casos. Es justo que el género femenino reivindique sus derechos y rechace el tratamiento discriminatorio que ha soportado a lo largo de los siglos. Es justo, repito. Y merece el respaldo unánime de todos los hombres. Si no fuese así, estaríamos contribuyendo con la perpetuación del machismo que imperó hasta hace poco tiempo, actitud que en nada nos favorece y nos ata a la época de las cavernas. Nada de eso es deseable porque, no obstante la violencia que se ejerce contra las mujeres, no tenemos por qué compararnos con el personaje de la tira cómica 'Trucutú' ni con 'Los Picapiedra' y sus similares.
Pero, refiriéndonos solo al uso incorrecto del lenguaje, ilustremos con un ejemplo la observación antes mencionada. Veamos el texto de la siguiente nota circular, ficticia, por supuesto: "Los administradores del Club X invitan a los socios y 'socias' y a los hijos e 'hijas' de aquellos y de 'estas' a la clausura anual de labores. Los asistentes estarán contentos y 'contentas', pues sus niños y 'niñas', vestidos y 'vestidas' con atuendos informales, alegrarán la velada. Solicitamos a los invitados e 'invitadas' estar atentos y 'atentas', puesto que algunos padres y 'algunas madres' serán premiados y 'premiadas' por su constante colaboración. No sobra advertir que el socio o 'socia' que por estar embriagado o 'embriagada' se haga merecedor o 'merecedora' de una amonestación por su comportamiento, no será admitido o 'admitida' en posteriores reuniones. Quedan notificados y 'notificadas' todos y 'todas'."
Podríamos alargar el texto anterior, ciñéndonos con rigor a la paridad y equidad para los géneros masculino y femenino. Sin embargo, al final nada conseguiríamos, aparte de enredar y cansar al paciente lector. Por todo lo anterior, consideramos necesario volver al uso del masculino con la idea de que este encierra también al femenino. No podemos concebir que a una obra científica, por ejemplo, se le titule de esta manera: "Historia del hombre 'y de la mujer' sobre la faz de la Tierra". Hasta ahora se soporta la redacción de notas con el estilo antes citado; pero no puede negarse que al paso que vamos, muy pronto habrá textos casi imposibles de leer sin que nos produzcan, por lo menos, una sonrisa sarcástica. El feminismo a ultranza de muchos periodistas y comunicadores sociales, unido a los inflamados discursos de la mayoría de sindicalistas ante sus gremios, han dado fuerza al uso de esa distinción, que los oradores públicos no se atreven a suprimir.
Es hora de que periodistas como Florence Thomas, de El Tiempo, y otras menos conocidas comprendan que no hay discriminación cuando se cita al hombre como representante del género humano. Ni siquiera la notable escritora Simone de Beauvoir, una de las máximas defensoras del feminismo, se tomó tan a pecho el tema que estamos tratando.
Como dato curioso, observamos que cuando un orador comienza sus arengas señalando enfáticamente a hombres por un lado y a mujeres por otro, se pierde en su discurso y más adelante ya no es capaz de continuar estableciendo esas diferencias de sus primeros párrafos. Estamos pensando en eso de "Maestros y maestras…" en las asambleas de educadores. Claro que estas apreciaciones no harán mella en el lenguaje del ex vicepresidente de la República, Angelino Garzón, quien no abandona sus "todos y todas", "representantes y representantas", al mejor estilo del señor presidente de Venezuela, verdadero innovador de la gramática española.