Duelo de salchichas

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Ambos son exponentes de lados opuestos de la guerra que ha librado Colombia por varias décadas. En mi parecer ambos son víctimas y victimarios y por lo tanto cada uno tiene su memorial de agravios. Hablo de Uribe y Cepeda, los senadores.

Cada cosa tiene su lugar y su momento. Errar uno es un desatino, pero errar los dos es estupidez. Cepeda yerra en ambos al querer hacerle a Uribe un debate en la Comisión Segunda del Senado por vínculos con narcotraficantes y paramilitares.

No es el momento porque la página de la violencia paramilitar y guerrillera aun no ha sido superada. No es el momento porque los ánimos de los contradictores están exaltados y su motivación principal es la venganza y no la búsqueda de la necesaria verdad. Cualquier discusión seria del tema exige ánimos sosegados, y lo único que va a lograr Cepeda es un show mediático lleno de insultos. dimes y diretes.
Tampoco es el lugar para discutir un tema de tal calado porque la discusión y búsqueda de la verdad de lo que ha sucedido con el paramilitarismo y el terrorismo guerrillero es un tema para las instancias judiciales y no para las instancias políticas. Politizar el tema termina trivializándolo.
Los temas judiciales se argumentan con pruebas, con respeto al debido proceso y en fin con todas las garantías que deben tener los acusados. Si Cepeda tiene pruebas contra Uribe, el camino son las instancias judiciales. Pero hacer un debate a punta de refritos y recortes de periódicos es perder el tiempo. Nada va a aportar a lo que ya se ha dicho, ni va a lograr nada que valga la pena. Otro punto a considerar es que los foros políticos no fueron diseñados para debatir temas de competencia judicial, y tratar de hacer justicia por medios políticos es un camino de muchos y altos riesgos.
En Colombia creo que no hay una sola familia que no haya sido tocada por la violencia. Víctimas somos todos. Unos más que otros. A Uribe las Farc le mató a su padre. A Cepeda, la derecha le hizo lo mismo. Y el punto de comenzar a buscar víctimas y victimarios puede convertirse en un cuento de nunca acabar. Ya hasta Lecompte se declaró víctima de las Farc por la corneada de que fue víctima. ¿Dónde trazamos la raya? ¿Quién le hizo qué a quien?
El tema del sosiego de ánimos es importante para no caer en teatros del absurdo como aquel en que un supuesto abogado retó a duelo a Cepeda por acusarlo por vínculos con los paramilitares. Un abogado prefiriendo las armas a los estrados judiciales, es simplemente inaudito y alucinante y subraya el peligro de politizar un tema que puede desbordar pasiones de manera impredecible.
Tal vez el tinterillo retador no sabe, pero el retado, de aceptar el duelo, es quien elige las armas, y puede estar tan de malas, que Cepeda se le aparezca armado con un par de salchichas. Ya esto sucedió antes cuando Bismarck molesto por las constantes críticas del científico Virchow, padre de la patología moderna, lo retó a duelo. Una de las versiones del episodio dice que Virchow eligió como armas dos salchichas. Una en buen estado y otra infectada de algo letal e impronunciable. El retador elegía primero cual salchicha comerse; el miti y miti de probabilidades fue suficiente para que Bismarck reculara y desistiera de su idea.
El país no necesita debates ni acusaciones incendiarias, y esto va para todos los lados. La verdad sobre Uribe y sobre el paramilitarismo y la verdad sobre los guerrilleros y terroristas infiltrados en la sociedad civil deben buscarse responsablemente y tan pronto estén dadas las condiciones para hacerlo. Hoy las condiciones no existen, y bien haría Cepeda en desistir de su estéril debate, que no alcanza a ser un hilarante duelo de salchichas.
Senador Cepeda, tenemos que ser pacientes; la hora de la verdad llegará, y tenga la certeza de que usted no es el único interesado en conocerla. Así que quédese tranquilo.



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