Libertad de expresión y responsabilidad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



El comentario expresado por un internauta en la ciudad de Cali, considerado como delito de injuria y calumnia y condenado a 18 meses y 20 días, ha dividido la opinión: Unos dicen que no hay libertad de expresión, otros que se está abusando demasiado en las redes sociales. ¿Hasta dónde llega la libertad de expresión de los colombianos y hasta donde el derecho de disentir? La Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), señaló que el fallo judicial, ameritaba un debate de mayor profundidad porque está de por medio la libertad de expresión; sin embargo, la Corte Suprema de Justicia ha entregado su posición definiendo lo que es libertad de expresión y lo que es insulto o improperio; surge otra pregunta muy obvia ¿Qué intereses están primando sobre el derecho a opinar, si estamos en una democracia y en un Estado de Derecho? Estos interrogantes y respuestas respectivas nos conllevan a entender que necesitamos apostar retos y desafíos que coadyuven a impulsarnos por caminos que nos permitan transitar por la historia de acontecimientos justos, decentes y eficientes que no desagraden ni atenten contra la libertad de expresión ni la legitimidad que todo ciudadano tiene en el ejercicio de la expresión oral.
Promover apoyos y divulgación proactiva que responda a requerimientos de forma rutinaria pero actualizada, accesible y comprensible; igual focalizar un proceso influyente e incluyente, cuya actividad sensibilice la necesidad de apropiación y entendimiento como símbolo de una cultura decente, pluralista donde no se viole la expresión, mediante la utilización y adopción de un lenguaje severo pero sincero, no permisible de actos indecorosos que sucumban a la falta de una elevada dosis de cultura.
En la interacción de un diálogo el comunicador no se debe dejar influenciar por conceptos sutiles al margen de lo ético que impidan la materialización del revanchismo, un ejemplo de ilustración lo constituye el coaccionar al entrevistado obligándolo prácticamente a que responda hasta por aspectos íntimos que no necesariamente éste último está comprometido a entregar, si se tiene en cuenta que al igual que en las ciencias jurídicas se habla de reserva del sumario para dar a conocer que no se debe revelar todo lo que se conoce. Tampoco poner en el paredón al entrevistado lanzándole "puyas", argumentando que debe responder por ser funcionario público y para eso le pagamos todos los colombianos, protagonizando sarcásticamente, caso palpable sucedido recientemente donde la periodista de RCN Vicky Dávila entrevistando al Director de la Aerocivil, provocó un bochornoso diálogo, tildándolo de payaso a lo que el funcionario respondió con ímpetu exigiendo respeto; situación ésta que bajo mi opinión personal, dejó mal parada a la comunicadora y aunado a este criterio se captó a través de las redes otros conceptos de rechazo a este tipo de entrevistas.
El Gobierno colombiano a través de las instancias que representan orden y autoridad está en mora de moldear para corregir a los ciudadanos infractores de conductas que rayan al ámbito penal, al cumplimiento riguroso de normatividad que deben ser implementadas y focalizadas a través del proceso de enseñanza y aprendizaje adscrito al Ministerio de Educación Nacional, como matriz principal que irrigue modelos de comportamiento cívicos. Bajo estas circunstancias es justo domesticar la racionalidad, variar el deplorable error de la imprudencia humana con síntomas de aberración colectiva; eliminar el sentimiento corrosivo que llevamos dentro con el propósito de agregar valor a las sanas experiencias para hacernos dueños de una conversación tranquila, inspiradora, fructífera que logre crear la empatía y cultivar la espiritualidad; todo ello determina las emociones, el estado de ánimo y las decisiones, para convertirnos en verdaderos gladiadores del buen vivir, con pasión pero con sanos propósitos.
Igualmente es digno destacar la madurez entorno a un proceso de civilización que se manifiesten conductas que demanden reflexión a respuestas y análisis crítico en situaciones adversas.