Comprendiendo las experiencias

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



Estoy convencido que los seres humanos tenemos que lograr una comprensión más asertiva de las situaciones que vivimos, porque ellas generan experiencias que muchas veces nos confunden y nos llevan a tomar decisiones que pueden terminar frustrando con el pasar del tiempo, a veces queremos que el tiempo se devuelva, nos quedamos con esa sensación de hacer que lo que ya se hizo sea de otra forma, pero resulta que en muchas ocasiones el daño ya está hecho. Y todo esto porque no se supo interpretar lo que estaba sucediendo en ese momento preciso.
Me gusta pensar que los seres humanos no somos seres que actuamos movidos por la razón; los seres humanos, igual que todos los animales, somos seres emocionales que nos movemos desde nuestras emociones, y lo que es peculiar nuestro es que usamos nuestro razonar para justificar o negar nuestro emocionar.
El emocionar que vivimos determina en cada instante lo que podemos ver, admitir, escoger, o hacer en ese instante. Este emocionar está determinado, a su vez, por el cúmulo de experiencias en las diferentes etapas de la vida hasta el día de hoy. Es por eso que muchas veces pensamos una cosa y hacemos otra, hay situaciones en las que no encontramos la coherencia entre nuestra razón y nuestras emociones.
Es fundamental que aprendamos a pensar antes de actuar, que no actuemos movidos solo por impulsos, porque podemos equivocarnos y hay momentos en los que ya nada podemos hacer por nuestro pasado, solo asumirlo con valentía, aceptando las consecuencias de nuestros actos. Hay algunas experiencias que nos pueden confundir, pero es fundamental discernir bien lo que esas experiencias nos proponen y tomar las decisiones correctas que nos garantizan una vida feliz.
El psicólogo W. Muller, tiene un ejemplo al respecto: Puede que un hombre casado se enamore de otra mujer porque en el encuentro con ella siente despertar en él algo que en el momento actual de su vida está pasando por un desierto. Lo que se manifiesta con el enamoramiento no pretende decir con ello necesariamente: "En este momento debes dejar a tu mujer y dedicarte a la persona de la que te has enamorado".
De pronto tomando el tiempo para discernir más la situación, sin dejarse llevar por altas emociones que ella suscita-porque ve a la otra mujer más bonita, inteligente, bien vestida, más culta y con un futuro interesante-podría llegar a la conclusión de que lo que desea es, más bien, despertar en él una añoranza que le motive y aliente a dar vida a algo que no tiene, pero que se mueve en su interior. A veces conocer a una persona interesante que se supone llena la expectativa sobre una pareja que siempre se deseó, puede suponer lanzarse a nuevas relaciones. Pero con bastante frecuencia puede significar también, sencillamente, vitalizar la relación existente.
Las experiencias escapan a nuestras posibilidades, no las podemos manipular, no podemos decidir cuándo van a aparecer en nuestra vida, ellas generan emociones que nos llevan a actuar de una forma que nunca habíamos imaginado. Lo que sí tenemos los seres humanos es la capacidad de decidir sobre las actitudes que podemos tomar frente a las diversas experiencias y las emociones que se crean con ellas. No puedes darle el control a las emociones sobre tus acciones, es necesario que te hagas dueño de ellas y actúes siempre bajo juicios razonables.
Desde mi vida espiritual siempre busco ponerme en la presencia de Dios y pedirle que envíe su Espíritu Santo para que me ilumine y pueda tomar las mejores decisiones, en esos momentos en los que las experiencias negativas me roban la paz o en las que debo pensar en mi futuro. Me gusta cuando el apóstol Pablo afirma: y Dios que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir…(Rom 8,26); porque en los momentos que me toca discernir bien las experiencias que vivo, le pido que examine mi corazón y me ayude a comprender cómo debo actuar.