Al perder por el marcador de 2 a 1 con el pentacampeón Brasil, no pudo nuestra selección de futbol pasar a la semifinal. Pero nuestro desempeño indiscutiblemente fue decoroso, importante, admirable y descollante. Mostramos un futbol bonito, elegante, de buen manejo del balón y cuyos resultados fueron de alta calidad, es decir de excelencia.
Este último partido con los brasileros se sabía que iba a ser bien difícil a pesar de que este actual onceno de tanta tradición futbolística, se encontraba lejos de ese lujo de selecciones de Pelé, Garrincha, Didí, Zagalo, Ronaldo, Bebeto, Romario y muchos otros que le dieron tanto prestigio y le proporcionaron cinco títulos.
Hay que reconocer que el primer tiempo independientemente del gol inesperado y tempranero, no brillaron nuestros jugadores, quizás fueron los peores 45 minutos en este campeonato. En el segundo tiempo volvieron a exhibir sus virtudes con la pelota y estuvimos en los minutos finales volcados sobre el arco de Julio Cesar el guardavalla de los que portaron esta vez la camiseta amarilla. A su turno los auriverdes jugaron su mejor partido. Sacaron a relucir su jerarquía, empuje y responsabilidad ante su gente.
Además de los dos inobjetables goles de ellos, hubo factores que ayudaron a que se produjera ese triunfo entre otros: el hecho de ser locales, con un público entusiasta y apasionado, con una FIFA inclinada al Brasil, pero particularmente la actuación del árbitro español Carlos Velasco, pues nos anuló un gol que originó controversia y pitó solamente las faltas de los cafeteros. Olvidó o no vio las patadas que sufrieron los nuestros. Maradona consideró a ese juez "como desastroso y que en 10 años no había conocido un árbitro tan malo".
Infortunadamente un choque normal pero jamás intencional de Neymar con el volante Camilo Zuñiga sacó del mundial a su estrella y mucha falta les hará en su próximo encuentro de semifinal con Alemania y si logra definir el campeonato, lo cual es posible será una gran baja.
Desde luego el país todo, acompaño con cariño a esos guerreros del balompié, por cuanto se ganaron a los aficionados y a los que ni siquiera se interesaban por este deporte, gracias a que con sus intervenciones de garra, entrega total, espíritu combativo, "dejando la piel en la cancha" como dijera el mejor jugador del equipo y del mundial James Rodríguez, hicieron despertar un sentimiento patriótico y por ello las lágrimas no solo eran de los 11 que estaban en la gramilla sino de los suplentes, el cuerpo técnico y de todos los colombianos. Se observó un llanto que se extendía como ríos de sollozos a lo largo y ancho de nuestro territorio.
Es menester destacar que la unión hace la fuerza, que la preparación física unida a la técnica y sofrológica surte efectos positivos. Que el estar espiritualmente un pueblo con unos deportistas, los hace sentir a ellos verdaderos representantes de esos millones de espectadores virtuales y directos. Esa situación genera compromiso verdadero, deseo de acierto, afán de alcanzar cosas relevantes y sobretodo unas gracias reciprocas, toda vez que la alegría, la emoción y la satisfacción son de lado y lado.
Interpretando el sentir de Colombia entera, expreso el reconocimiento al director de la orquesta futbolística señor José Pekerman y sus colaboradores, a todos y cada uno de sus dirigidos, puesto que nos han tenido durante varias semanas funcionando y girando nuestras vidas alrededor de este mundial en el cual después de 16 años volvimos a participar en forma sobresaliente, teniendo unos partidos históricos que recordaremos perennemente.
En las actuales circunstancias por razón de la tecnología y modernización televisiva se han podido ver todas las jugadas en directo, en las plazas en grandes pantallas, en las casas, en los clubes, en las ciudades capitales y principales e incluso en los más apartados villorrios. Por eso mismo la selección está cerca a todos y todos están cerca a la selección. Ciertamente esto acontece con todos los países intervinientes en estas jornadas futboleras. De ahí que el futbol sea el deporte más popular y de las muchedumbres.
Mal haríamos y seríamos injustos si dejáramos de mencionar la extraordinaria presentación de los ticos, quienes se portaron igualmente con altura, profesionalismo y amor por su camiseta y allí también Colombia está presente, con el Director técnico a la cabeza. Jorge Luis Pinto. Este santandereano a quién ya se le otorgó la nacionalidad costarricense por las victorias del grupo seleccionado a su buen cargo, tuvo un comportamiento ejemplar y puso un grano de arena vital para plasmar esos logros deportivos. Han obtenido los costarricenses al igual que Colombia su mejor intervención en un campeonato mundial de Futbol.
La mayoría de nuestros jugadores son jóvenes, con la salvedad de Yepes y Mondragón, quienes se despidieron de los mundiales. Todos sus integrantes están empezando su madurez futbolística y por tanto nos seguirán dando en el porvenir inmediato un sin número de glorias, júbilo y distinciones.
Confiamos en que la Federación de Futbol ratifique al profesor Pekerman, así nos cueste económicamente, dado que no hay duda de que la continuidad en el proceso de formación de estos promisorios jugadores es la garantía de éxito en las futuras competiciones internacionales.
