El buen burócrata

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Así como es importante señalar las falencias, es igualmente importante señalar los aciertos. Ambos son insumos necesarios para el mejoramiento continuo, más aun en la administración pública donde generalmente damos mucho palo y poca zanahoria.
La semana pasada, mi esposa tenía que cambiar el pasaporte por aquello de que ahora requieren la barra para la lectura mecánica de números y hay plazo hasta el 2015 para hacerlo.
Lo confieso, iba con estado de ánimo similar al del caníbal Suarez en el partido contra Italia como consecuencia de mis experiencias anteriores con la temible burocracia. Llegamos a la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, y lo primero que noté, fue que no había fila. Le pedí a mi esposa que se colocara los lentes y verificara la dirección, no fuera que eso fuera un centro pirata, y ella me confirmó que si era ahí. A mí me parecía sospechoso pero mi esposa insistió. Llegamos a la entrada y el guardia me preguntó que si traía armas, a lo que yo le contesté que hasta la pregunta era necia, por supuesto que iba armado. Y el guardia que era costeño, como parece estar de moda en Bogotá, me preguntó que qué tipo de armas llevaba porque por mi presencia se notaba que yo jamás había disparado ni una pistolita de agua cuando era niño.
Se equivoca compañero, le contesté. Vengo armado con cinco kilos…¿de explosivos? Me interrumpió el guardia. No, algo mucho más letal, vengo armado con memoriales, denuncias, demandas antes las instancias nacionales e internacionales, y además traigo conmigo el teléfono de Julito, el de Vicky Dávila, el de Yamid y el de Coronel. ¿El de Daniel? No, el de Juan Carlos porque creo que en estos casos una canción es más efectiva y de pronto hasta la volvemos hit. Además, traigo la medallita de la Milagrosa, oraciones a San Antonio e invocaciones de ayuda al Espíritu Santo. Como puede ver, soy un hombre dispuesto a todo.
Siga, señor siga, que me está interrumpiendo el tráfico. ¡Ey De León, cuídame aquí un momento, que tengo que ir al baño de afán, estoy que no me aguanto! ¿Y esa vaina? Después de cuento, jua, jua, jua. Para mis adentros pensaba, el que se burla de último se burla mejor.
Hicimos la fila, que realmente no alcanzaba a ser fila porque solo habían dos personas delante de nosotros, cuando mi esposa con una voz dulcísima que no le conocía me dijo: mi amor se me quedó el pasaporte, ¿ahora qué hacemos? Como siempre los triunfos son individuales y las embarradas colectivas, pero ya estábamos ahí y yo le dije que mirara a ver qué pasaba. Llegó a la ventanilla, le dieron su número, que enseguida apareció en pantalla, siga señora segundo piso, cuidado con los escalones. Yo estaba mareado, ya que las altas velocidades me producen vértigo.
No habían pasado cinco minutos y mi esposa estaba de vuelta, y me dijo: ya. Y yo, ¿ya qué? ¿Te pidieron mordida? ¿Te insultaron, discriminaron, negaron solicitud? Mejor dicho, ¿Qué saco? ¿Tutela, demanda, denuncia o le marco a Julito? Ninguna mi amor, ya está listo, ahora solo pago en el banco y listo, en dos días me lo dan y entonces entrego el otro pasaporte. El pago en el banco fue casi que inmediato. ¡Estábamos en el Disney World de la burocracia! ¡Que eficiencia!
Así deben ser las cosas en todas las dependencias del gobierno. La palabra burocracia no tiene por qué ser sinónimo de ineficiencia y corrupción sino que puede ser sinónimo de cosas buenas.
Esta experiencia me hizo entender las posibilidades que tenemos como país, y que cuando queremos podemos.
Felicito al Ministerio de Relaciones Exteriores y ojalá que este modelo de eficiencia sea replicado a lo largo y ancho del país. Alcancé a tocar el país grande que podemos llegar a ser si eliminamos tantas leyes absurdas y nos enfocamos en crear una cultura de burocracia eficiente. Entonces no tendremos necesidad de tutelas ni demandas ni de tantas leguleyadas. ¿Y todavía se preguntan cómo descongestionar los juzgados? Las soluciones a los problemas tienen que ser integrales o no funcionan y por esto una reforma a la justicia se queda corta si no está acompañada por reformas en otros frentes de la cosa pública.
Ahora he quedado con un problema… ¿Alguien sabe dónde puedo destruir los cinco kilos de papel?