Suficientes motivos para la euforia

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Claro que sí, somos folclóricos. Y al mismo tiempo triunfalistas y fatalistas. Para comprobarlo tenemos frente a nosotros por estos días de Mundial unas confrontaciones deportivas que nos van a retratar de cuerpo entero. Hace tres días nos invadió la inmensa alegría de salir airosos ante el equipo representativo del Japón. En esos momentos nuestra selección de fútbol era 'la mejor del mundo'. Pensando con el deseo, sigue siendo la mejor. Y esperamos que en los compromisos que faltan logre ser superior a las demás. Se diría que más que triunfalismo es optimismo lo que nos invade, basado, claro está, en la calidad futbolística de nuestros jugadores.
Pero se equivocan quienes consideran que somos los únicos 'folclóricos'. Los países que llegaron al mundial con pergaminos, y por tanto con fundadas pretensiones, también esperaban que sus representantes se alzaran con el máximo trofeo. Sin embargo, hoy varios de ellos están de regreso en sus sedes y con resignación observan por televisión el auge de naciones que por tradición carecían de jerarquía. El deporte y la vida son así: 'dan revancha', para emplear una expresión muy familiar entre deportistas.
Como estamos en Colombia, centrémonos en lo nuestro. Aunque en días pasados estuvimos felices por tres triunfos consecutivos de nuestra selección, debemos manejar un optimismo moderado ante lo que se viene. Que no se interpreten estas palabras como muestras de pesimismo, pero, de todos modos, aquí van: Nadie conoce mejor a los integrantes de la selección que su director técnico. Sus asesores están pendientes de ellos y saben cómo pueden rendir en cada partido. Olvidémonos del título de DT que nosotros mismos nos hemos otorgado. No seamos uno más de los millones de entrenadores que se apoderan de la nómina que entra a la cancha y quiere decidir a quiénes debe cambiar. ¿Hay quien piense que un DT quiere perder un partido? Como la respuesta es 'No', ocupemos tranquilos nuestro asiento frente al televisor y hagamos fuerza para que todo salga a favor de esos muchachos que en su mente solo tienen el deseo de ganar. ¿Qué tal que los millones de espectadores pudiésemos hacer cambios en el plantel que de alguna manera está defendiendo nuestro prestigio nacional? Disfrutemos el espectáculo. No nos queda otra opción.
Mañana sábado Colombia enfrenta a Uruguay. La energía positiva que todo un pueblo concentra en la Selección Colombia debe ser un factor decisivo para el triunfo de nuestro tricolor. Es poco lo que podemos hacer; pero hagámoslo. Y a celebrar otra victoria. Nunca antes se había llegado tan lejos en esa contienda mundialista. Lo que significa que desde antes de ese partido crucial tenemos razones para el alborozo.
La Selección Colombia consiguió ponernos eufóricos, es verdad. Logró restituirnos la esperanza y, sobre todo, rescató el sentimiento de solidaridad fraternal que tanto nos hacía falta. Pocas veces nos habíamos sentido tan contentos y orgullosos de ser colombianos. Y todo gracias a un puñado de jóvenes deportistas. Lástima que después del Mundial volvamos a ser los mismos de antes; es decir, ciudadanos insensibles, egoístas; los mismos que hace menos de quince días soportábamos la vorágine de nuestra sucia política y volveremos a caer en sus redes después de escuchar el último gol. La Selección nos ha dado un respiro. Ojalá tuviésemos más a menudo motivos para la euforia. Por eso, desde ahora, antes de los últimos compromisos de nuestro combinado, apresurémonos a darles las gracias a estos muchachos por todo el bien que nos han hecho.