Kaputt

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Así, destruido, como lo señala la palabra alemana con que he intitulado este artículo, ha quedado el proceso judicial contra los responsables de las "chuzadas" del DAS.

Es una vergüenza compartida lo de María del Pilar Hurtado (¿se puede perder la vergüenza cuando ésta no se tiene?) y el gobierno cómplice de Panamá.

Pero lo es más la actitud del gobierno, que finge estar cabreado cuando no lo está, para así jugar con la opinión pública y pasar de agache en el escándalo, porque eso es lo que es: un verdadero escándalo.

El gobierno, repito, le pone una veladora a Dios y otra al diablo, con esa actitud alcahueta que denotan las contradicciones que se pueden palpar en todo esto: por un lado, sale Santos a decir que "lamenta" (esbozo de una conveniente posición intermedia) que el gobierno panameño no le haya consultado antes de otorgar el asilo territorial a la señora Hurtado (al parecer, nadie le ha preguntado a Santos qué habría dicho si el gobierno panameño efectivamente le hubiera consultado; yo les digo: no habría dicho nada); luego, el Presidente de Panamá declara ante los medios de ese país que habló con Santos y que todo se encuentra perfectamente bien entre ambas naciones (no recuerdo las palabras exactas del encubridor Martinelli, pero se infiere fácilmente de su dicho que, prácticamente, Santos lo felicitó por la gracia).

Por el otro lado, el lunes, la canciller Holguín se destapa ante los periodistas locales, con cara de molesta, a decir que el gobierno, cómo no, está molesto. ¿A quién hemos de creer? Y, sobre todo, ¿a quién creen que están engañando?

Ha quedado destruido el proceso judicial contra muchos de los hampones que planearon, ejecutaron (a través de órdenes), encubrieron y se beneficiaron de la invasión a la intimidad que supuso el hecho punible de las interceptaciones telefónicas a diferentes personalidades públicas, dentro de las que resaltan, por supuesto, las víctimas más vulnerables (debido a la naturaleza de sus decisiones contra los amigos del gobierno Uribe), que son los magistrados de la honorable Corte Suprema de Justicia.

El asilo otorgado a la procesada Hurtado no es sino el primer caso, de los muchos otros por venir, en los que un gobierno extranjero amigo de Uribe, y enemigo de Colombia -de su justicia, de su Estado de Derecho, de su gente-, como Panamá, o como Honduras (a donde, se rumora, saldrá a esconderse Bernardo Moreno), interfiera en nuestros asuntos internos, dando asilo a los criminales de las "chuzadas", para complacer al ex presidente, y así, de paso, hacer que Santos deba el favor, lo que para algo debe servir.

Porque, ¿qué otra explicación puede tener, a los ojos del ciudadano colombiano, el hecho de que un gobierno extranjero proteja impunemente a procesados por delitos comunes en el país, como si se tratara de procesados por delitos políticos (léase perseguidos políticos), o sea, de gente que pudiera estar siendo juzgada por sus opiniones? ¿Cuáles son las opiniones políticas de esta señora, si lo único que hizo fue coleccionar tipos penales violados por ella misma?

¿Acaso el gobierno panameño se atreve a considerar las investigaciones de la Corte Suprema de Justicia como una persecución política? Eso es, precisamente, lo que parece que está haciendo; y ante tamaño irrespeto, el pueblo colombiano -ya que no lo hace el gobierno-, no puede menos que despreciar la decisión del gobierno del istmo y demandar respeto por nuestras instituciones.

(Como bien lo señalaba el abogado y columnista Ramiro Bejarano, la huida de Hurtado a Panamá tiene un tufillo a confesión, pues, como dice la gente -y a la gente hay que creerle, ¿no?-, el que nada debe nada teme. En este caso, queda claro, pues, que la victimaria ha confesado por vía de hecho su responsabilidad. Nada que hacer. Por lo demás, queda también claro que Santos no es del todo traicionero, y que, por ello, la extrema derecha no debe preocuparse: ahí tienen a su Presidente.

Los que hemos estado admirando su posición frente los temas de las leyes de víctimas, de tierras, de la oposición, etc., no podemos obnubilarnos con esos gestos y dejar pasar cositas como estas del asilo, de la embajada que quería darle a Uribito, o como tantas otras que habrán de venir en un país que no dice nada cuando pasan las cosas que pasan).

Kaputt, pues, al igual que el libro de Curzio Malaparte. Kaputt en este tema para la Corte, para el gobierno, para todas las víctimas de las interceptaciones, para el país… Un airecito para los corruptos, para los delincuentes, para los antisociales. Pero que no se confíen. Así como todo el mundo sabe quién era el gran beneficiado con el espionaje del DAS -el innombrable-cada vez más se configura la creencia de que eventos como ese no pueden repetirse en una democracia.

La gente no olvida, aunque parezca lo contrario. La gente no es tonta, aunque la traten como tal. La gente es la que manda, aunque no quieran aceptarlo. La gente está molesta de verdad, no como la canciller Holguín.