Felipe VI nuevo rey de España

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



No cabe la menor duda de que el antiguo monarca Juan Carlos se encontraba desorientado, abrumado, desprestigiado y enfermo y por ello se vio obligado a ceder su trono a su hijo Felipe, por cuanto los manifiestos escándalos y el visible despilfarro con un pueblo padeciendo las duras y las maduras originaron el deterioro de su reinado, el cual era de tal magnitud, que si no abdica los españoles iban a pedir violentamente su salida o mejor aún entraba la monarquía en un período de desgaste. La única manera de darle un aire era dando un paso al costado.
Juan Carlos encontró su poder monárquico, después de que el general Francisco Franco, dictador que gobernó España durante 36 años institucionalizó el Régimen Monárquico en el año 1969 y consecuentemente el sucesor de Alfonso XIII último Rey de España fue su nieto el Príncipe Juan Carlos, dado que su padre Juan de Borbón líder de la oposición Franquista, heredero dinástico de la casa española jamás fue reconocido por Franco y su rechazo dio lugar a que permaneciese exilado en Lisboa Portugal, pues ni siquiera se le permitía pisar territorio español.
Franco formó a Juan Carlos en las Academias Militares como se acostumbra a hacerlo en todos las monarquías del mundo, lo dirigió y guió en el manejo de las cosas del Estado, le indicó cuales eran a su juicio las disciplinas que debía estudiar y lo condujo hacia la Monarquía que él mismo había concebido y autorizado, para que tan pronto como él muriera asumiera su príncipe consentido Juan Carlos. Así llegó Juan Carlos a ser Rey de España.
Ciertamente al sucesor Felipe VI la circunstancia de su asunción como nuevo Rey de España es muy distinta de la de su padre, porque la Institución como tal es una realidad política y democrática, así esté por causa del anterior Rey en cuidados intensivos.
Las protestas callejeras, las manifestaciones contra la Monarquía son más una manera de hacer ver que el pueblo no traga entero y no podía estar de acuerdo con los excesos de boato, de buena vida y de gastos suntuarios del Rey Juan Carlos, materializados en sus continuos viajes de placer por cuenta del erario público.
Además los hechos de corrupción que lo tocaba y rodeaba con su yerno, involucraba también a su hija Cristina, y esas actuaciones dolosas, tenía a los españoles en el colmo de la decepción. Sentían animadversión, rabia y no dudaban en expresar su censura en todas las formas.
Felipe VI a diferencia de su antecesor, es más consciente y más empapado de la situación social, política y económica que vive España. Es un hombre más cercano a su pueblo o por lo menos trata de serlo. Tiene por consiguiente una buena imagen, es querido y apreciado en contraste con su padre que francamente ya no lo soportaban y lo miraban con desprecio.
Posee el nuevo Rey una responsabilidad histórica frente al inmediato futuro de España y de la Monarquía. De él dependerá si España se siente satisfecha y contenta con la Monarquía y le da su espaldarazo y confianza o por el contrario no quiere más realeza y se instaura otro sistema de Gobierno.
Es Felipe VI afortunadamente para los españoles un hombre modernista, sencillo y receptivo cuya formación militar, siendo oficial de los ejércitos de tierra, mar y aire, al lado de sus estudios jurídicos y ante el mal ejemplo de su padre, quién seguramente se constituirá y será un paradigma de la cultura, de la austeridad, y del buen manejo de los asuntos públicos.
Claro que el Rey como en toda Monarquía reina pero no gobierna. El ejecutor y quién tiene las riendas del Estado seguirá siendo el Presidente del gobierno equivalente al primer Ministro en Inglaterra, en este caso actual Mariano Rajoy, representante del partido popular.
En su discurso al tomar posesión como Rey, manifestó su fe inquebrantable en la monarquía parlamentaria. Dejo translucir su firme deseo para que el progreso sea la razón de ser de la política gubernamental. Hizo hincapié en el factor moral en la realización de los fines del Estado.
Está convencido de que debe haber un cambio en todo sentido desde el punto de vista del soberano. En fin se notó verdaderamente su afán de acertar y de ser el Rey que se compenetre con los problemas que aquejan a sus compatriotas que hoy por hoy son innumerables.
Igualmente la llegada por primera vez de Letizia una reina plebeya, obviamente aceptada a regañadientes por la nobleza, crea una expectativa en el sentido de que se supone que habrá más realidad social, más contacto con la gente y una concepción distinta de su rol como Primera Dama del poder de la Majestad.
Los actos protocolarios de su proclamación como Rey de España, fueron sin pompa y absolutamente austeros, en consonancia con la estrechez económica que sufren los españoles.
Deseamos al nuevo soberano español, buena suerte, buen viento y buena mar como suelen decir los navegantes españoles.