Se siente aroma de primavera árabe a orillas del mar negro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



"No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia". (Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu - Pensador francés).

La historia moderna de Ucrania comenzó con los eslavos orientales ya que, desde el siglo IX, Ucrania fue el centro del área habitada por este grupo, convirtiéndose en la nación más grande y poderosa de Europa, pero se desintegró en el siglo XII. En el siglo XVI y XVII, en Ucrania nació la primera democracia moderna (Polonia - Lituania, denominada República de las Dos Naciones). Después de la Gran Guerra del Norte, Ucrania fue dividida entre varios de los poderes regionales y en el siglo XIX, la mayor parte de Ucrania se integró al Imperio ruso, con el resto bajo el control del Imperio austrohúngaro. Tras un período caótico de guerras incesantes y varios intentos de independencia y secesionismo, en 1922 Ucrania surgió como una de las quince repúblicas fundadoras de la Unión Soviética. El territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania fue ampliado hacia el oeste poco antes y después de la Segunda Guerra Mundial y nuevamente en 1954 con la transferencia y anexión de Crimea.
Desde el colapso estrepitoso de la Unión Soviética, Ucrania sigue manteniendo el segundo ejército más grande en Europa, después de Rusia. El país tiene 47 millones de habitantes, 78% de los cuales son ucranianos étnicos, con minorías considerables de rusos, bielorrusos y rumanos. El ucraniano es el único idioma oficial, aunque también el ruso se habla ampliamente. La religión dominante en el país es el cristianismo ortodoxo, lo que ha influido en gran medida en la arquitectura, la literatura y la música del país.
Tras la victoria de los comunistas en 1921, poco después de la revolución bolchevique de 1917, Crimea se convirtió en república autónoma para los tártaros, dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1941, Crimea fue invadida por el Ejército alemán, que ocupó completamente la república tras la caída de Sebastopol, la ciudad más grande e importante ubicada a orillas del Mar negro, en julio de 1942, y la retuvo hasta la primavera de 1944, cuando la Unión Soviética recuperó el territorio. José Stalin acusó a los nativos tártaros de Crimea de colaboracionismo con los ocupantes nazis, castigándolos con deportaciones masivas a Asia Central. Así mismo, la categoría de república autónoma fue rebajada a la equivalente a una provincia y en 1954, la autoridad administrativa fue cedida por Rusia a la vecina Ucrania.
Durante la disolución de la URSS en 1991, la posesión de Crimea se convirtió en un foco de tensión entre Rusia y Ucrania y tras un referéndum llevado a cabo el 20 de enero de 1991, la República Autónoma Socialista Soviética de Crimea fue restablecida nuevamente el 12 de febrero dentro de la República de Ucrania y en agosto del mismo año, Ucrania se separaría de la URSS, proclamándose como una república independiente.
Después de tanta inestabilidad el mundo observa entre perplejo e indignado cómo desde hace aproximadamente dos meses Ucrania se defiende como gato boca arriba para repeler el espíritu expansionista y secesionista que fomenta el zar de la modernidad, Vladimir Putin, quien sigue creyéndose ostentando el inmenso poder que mantenía cuando como coronel de la KGB hacia de las suyas sin que nadie se lo impidiera y es por ello que está decidido a recuperar la provincia de Crimea -cuna de la cultura y civilización rusa- para anexarla o subyugarla para lo que muchos analistas han denominado todas las Rusias y así emular las pretensiones del zar Nicolás quien desde su trono imperial en San Petersburgo mandaba por todas esas latitudes
Como está en juego la flota naval más grande de la antigua Unión Soviética, con sede en la península de Crimea, arrebatada a Ucrania por la ambición del zar Vladimirich, conjuntamente con los yacimientos gasíferos más grandes del planeta, pareciera estar cocinándose un conflicto bélico con connotaciones mundiales, con aroma de primavera árabe y a orillas del Mar Negro y es por ello que el mundo se mantiene expectante y con los ojos bien abiertos con el propósito de evitar a toda costa que se reactive la otrora y pretérita guerra fría y, sobre todo, minimizar esa ferocidad de expansionismo que viene mostrando la gran Rusia que cada día da muestras de querer recuperar el tiempo perdido y posicionarse y mostrarse como la otra potencia capaz de poner en jaque el mundo con el solo anuncio de que nadie pasará por encima de sus caprichos
El 11 de marzo de 2014 tuvo lugar la declaración de Independencia de Crimea y Sebastopol, -en donde se encuentra la base de la Flota del Mar Negro de la Armada de Rusia-, pasando a formar la República de Crimea. Tras el referéndum del 16 de marzo, la península se unió formalmente a Rusia el 18 de marzo y a partir de ese instante se ha recrudecido la situación por cuanto Ucrania cuenta con el apoyo irrestricto de la Unión Europea para convertirla en un estado más de esa cofradía política, además de que hay que luchar por Crimea a brazo partido por cuanto su territorio es paso obligado del gas que proviene de los montes Urales para ser distribuido en Europa y ello obliga a pelear con todos los fierros, inicialmente por la vía diplomática y después y de ser necesario, con toda la tecnología armamentista y es allí en donde trepida la tranquilidad del planeta.