Llegó la hora de tomar una decisión. Este domingo nos alistamos a votar por dos derechas. Sí, así de sencillo, dos espectros que se identifican en la política neoliberal que tantos estragos han traído al país y que trajo como resultado que los ricos son más ricos y el pobre más pobre.
Por un lado una derecha urbana muy centralista, que representa una élite supuestamente de buenos modales y otra rural, que representa una élite mandona y según poco educada, que se siente abandonada en los campos y pequeños municipios.
En estas elecciones presidenciales se definen muchas cosas para el futuro del país. Que si la paz, que si a economía con sus Tratados de Libres Comercio, que una clase media más educada.
Nadie puede desconocer que el presidente Santos se la ha jugado por la paz. Se le abona eso y se le admira su tesón por salir adelante, aun en contra de parte del Establecimiento. Ya se ha llegado a acuerdos importantes y para nada deleznables. Debemos acabar la guerra. Aquí los que ponen los muertos son los hijos de los pobres y no los hijos de los López, Samper, Pastrana, Uribe etc. También fue positivo, por parte de JMS, recuperar las relaciones internacionales con los países vecinos (Ecuador, Venezuela). Méritos importantes, sin duda.
Nunca he votado por Uribe. No me gusta su política guerrerista, pero ese hecho no se puede descalificar al candidato del Centro Democrático. Un provinciano de un municipio perdido en el mapa, llamado Pensilvania, en el Departamento de Caldas, que fue Concejal, Alcalde, Senador y Ministro.
Intuyo que el vencedor será Óscar Iván Zuluaga.
Mi Ñapa. Un juez le niega al pastor permiso para salir de la cárcel para asistir al sepelio de su hija, uno de los 32 niños muertos en Fundación. ¿Qué corazón tendría este juez?
