Sin senos no hay paraíso

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Hace unos pocos días se celebraron los cincuenta años del fallo Brown contra la Junta Escolar en los Estados Unidos, y que fue el inicio por vías legales del proceso de desegregación racial que

hasta entonces había predominado en la sociedad estadounidense. De hecho este fallo sentó las bases legales para lo que sucedería posteriormente con el Movimiento de los Derechos Civiles y el inicio de la lucha contra la discriminación racial en todas las esferas de la sociedad; lucha que todavía está a medio camino en los Estados Unidos y en muchas partes del mundo.
En Colombia decimos no ser racistas ni pre juiciosos, lo cual es falso. Somos racistas, clasistas, entre otros tipos de discriminaciones, pero la mas aberrante de todas es la discriminación de género, es decir, el trato que la mujer recibe en nuestra sociedad y en las sociedades atrasadas.
Nuestras hijas, se sorprenden cuando se les dice que la mujer solo tuvo derecho al voto a partir de 1957, y se sorprenderían aun mas, si supieran que las mujeres no iban a la universidad, como hoy lo hacen muchas mujeres. Recuerdo que en la foto de grado de abogado de mi padre, solo aparecía una mujer.
Es indudable que la situación de la mujer frente a la ley ha mejorado, pero la igualdad formal aun dista de ser real. Esto es un fenómeno más o menos mundial, y se refleja, por citar solo un ejemplo, en el campo laboral, donde las mujeres ganan menos a pesar de tener el mismo título y obligaciones.
Desafortunadamente, un gran sector de nuestra sociedad conserva atavismos culturales que degradan a la mujer. Cito varios ejemplos. El caso reciente de una persona de Valledupar que asesinó a su esposa a tiros, por razones que aun no están del todo esclarecidas. Ni que decir de la cada vez más preocupante tendencia a atacar a las mujeres con acido, obviamente con la intención de deformarlas físicamente para que pierdan su atractivo físico.
Quien comete este tipo de crímenes, tiene una imagen totalmente deformada de la mujer y la mira como un objeto. No es una compañera a la cual respetar sino una propiedad más que se usa y abusa caprichosamente al vaivén de las pasiones y deseos.
A nivel mundial se dan casos extremos, que a la hora de valorarse deben hacerse desde la perspectiva de un consenso universal sobre lo que son los derechos humanos y no desde perspectivas culturales deformadas. Por ejemplo, los casos de mutilación genital en África o de asesinato por deshonra familiar, entre otros.
El pensar sobre este tema, me ha llevado a la conclusión de que hay una estrecha correlación entre el estatus de la mujer en la sociedad y el desarrollo de las mismas. Es diciente que los países que primero reconocieron el estatus de igualdad de las mujeres, y los que de facto lo reconocen, son los que presentan mejores niveles de vida para sus ciudadanos, en donde hay menos discriminación, menos violencia y mucha paz.
El Banco Mundial desde hace algún tiempo sostiene que para romper con los ciclos de pobreza, la mujer debe tener un papel importante en el sistema productivo, y específicamente en la economía familiar. La teoría es que la dependencia económica de la mujer tiende a mantener el statu quo de los atavismos culturales y es un medio muy efectivo de opresión.
Por estos días en que tanto se habla de paz, tal vez, sería bueno comenzar a apuntalar los verdaderos pilares de esta, y sin duda que elevar el estatus de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad es uno de los más fundamentales. Estoy convencido de que el bienestar y la prosperidad de todas las sociedades necesariamente pasa por las mujeres.



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