Francis Drake y la Drummond

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Escrito por:

José Lopez Hurtado

José Lopez Hurtado

Columna: Opinión

e-mail: joselopezhurtado13@yahoo.es



Las multinacionales compraron al mundo, alcanzó a decirse en una época, cuando su influencia era tal que se asimilaban a estados sin estrella en la bandera norteamericana, según afortunada expresión del escritor británico, Peter Chapman, experto en el tema, y autor del libro "Bananas".

Colombia, Costa Rica, Cuba, Jamaica, Nicaragua, Panamá y Santo Domingo, registran en su pasado de convulsiones y de guerra, la azarosa influencia de estas perversas corporaciones. En 1899, La Boston Fruit Company y la United Fruit Company, se fusionaron para formar la compañía más grande de bananas en el mundo, cambiando su nombre social al de Chiquita Brands en 1969, empezando una historia de expoliaciones, despojos, abusos y muerte. En Colombia, es tristemente célebre la Masacre de las Bananeras de diciembre 6 de 1928, cuando fueron asesinados varios trabajadores que abogaban por mejores condiciones laborales.

La prepotencia de estos gigantes del capitalismo en los países de América Latina, es tal que han impuesto gobiernos, apoyado dictaduras, respaldado secesiones territoriales como cuando la llamada Flota Blanca de la United Fruit Company, asistió con sus barcos a los insurrectos panameños que en 1903, con el beneplácito del gobierno norteamericano, consiguieron la separación de Panamá .

Como cuando, igualmente, la compañía asistió a los organizadores del fracasado ataque a Bahía Cochinos en 1961, para derrocar a Fidel Castro. Ni qué decir de los daños ecológicos que han causado en la extracción de los recursos naturales, ni del escandaloso catálogo de beneficios y exenciones tributarias que los gobiernos sedes otorgan para su instalación y desempeño. Se les ha vinculado incluso con la CIA en el asesinato de Kennedy y con las mismas causas que motivaron el escándalo de Watergate.

La Drummond , empresa gringa, con los mayores yacimientos de explotación de carbón en Colombia, pertenece a la misma clase del imperialismo mundial que atenta contra los recursos naturales de las naciones latinoamericanas, y se muestra comprometida, al igual que sus pares, en la violación a los Derechos Humanos y con el asesinato de sus propios trabajadores .

El diseño de la política de seguridad de estas compañías que consiste en celebrar acuerdos de colaboración con la Fuerza Pública de cada país, permitió sin duda, la degeneración del esquema, hacia los crímenes de sus propios trabajadores en el pasado, y hoy, contar con la participación de los paramilitares como lo confesó Chiquita Brands, en 1997 de haber pagado a esos grupos para matar a dirigentes campesinos y sindicalistas.

El enjuiciamiento de los abusos de la petrolera Unocal en Myanmar (antigua Birmania), de la Exxon-Mobil por comprar servicios de seguridad al Ejército de Indonesia, acusado de violar los Derechos Humanos ,y los propios de la Drummond que comienzan a investigarse y para lo cual el señor Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de la República de Colombia, ha sido citado para declarar-- tendrá que explicar el encubrimiento de los "crímenes de guerra" cometidos por las AUC, y los esfuerzos de su gobierno por "suprimir evidencias de la relación de la Drummond con las AUC"--, no hubiera sido posible, si no es porque se desempolvó en E.U. una vieja ley de 1789, conocida como Atca, y que en el siglo XVIII buscaba combatir a los piratas de alta mar, es decir a los sucesores de Sir Francis Drake, la cual permite a extranjeros demandar en cortes estadounidenses a personas domiciliadas en ese país por delitos de lesa humanidad.

De las expoliaciones y abusos del siglo XVIII, a los vejámenes de hoy, en el marco de una justicia trasnacional, si se nos permite la expresión. Un émulo del Estatuto de Roma, que lleve a los responsables a asumir todo el peso de la ley, sin ninguna contemplación.