Yo no voto por bandidos

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



En mi columna pasada hice una afinación que puede sonar extraña viniendo de un abogado. Sugerí que no salir a votar el día de las elecciones es una opción válida y que no es pecado. Va en contravía del convencionalismo aquel que nos han inculcado desde siempre de que es un "deber" ciudadano votar, y quienes no lo hacen son malos ciudadanos.
Los dilemas argumentativos, como por ejemplo deber de votar o no votar, no pueden resolverse de manera satisfactoria sin recurrir a valoraciones éticas, siempre teniendo como norte la búsqueda de la verdad, la justicia y el bien común. Las prescripciones axiomáticas, cuando no dogma-ticas, no son suficientes para resolver estos dilemas, y por esto me siento con derecho a cuestionar y desobedecer el deber de votar, si esto es lo que me place hacer.
Me negaré a votar mientras las opciones para elegir se reduzcan a elegir al menos delincuente de todos. Me negaré a votar mientras el sistema político sea un mercado persa vetado a las personas con verdadera vocación de servicio público, y abierto mayormente a personajes corruptos que buscan el enriquecimiento propio a cualquier precio.
Me negaré a votar mientras los departamentos todos no tengan representación asegurada en el Senado de la República. Me marginaré de todo ejercicio electorero mientras los organismos de control y vigilancia y la justicia estén politizadas y sean focos de corrupción.
No votaré mientras tengamos un sistema en que un ex guerrillero armado únicamente de su pasado puede tomarse a la ciudad más importante del país y mantener ocho millones de rehenes. No votaré mientras tengamos un sistema "democrático" que sirvió de incubadora para que un personaje tenebroso sea considerado el Gran Colombiano.
El problema es el sistema como un todo, y no podría ser de otra manera. Una Constitución Política que fue concebida como claudicación del Estado ante los poderes mafiosos y la guerrilla desmovilizada, no podía ser un cimiento sano y confiable para ninguna sociedad.
Incluso ideas que en teoría eran buenas, como la elección popular de alcaldes y gobernadores, terminaron dejando gran parte del país a merced de bandas delincuenciales. Hoy, la contratación pública es el mayor foco de corrupción del país.
Por ser un problema sistémico, no vale la pena votar en blanco. El voto en blanco valida el sistema aunque pretenda descalificar a las personas, y finalmente no impide que los corruptos se salgan con las suyas.
Como muchos, entiendo y reconozco la necesidad de un cambio profundo a nuestra institucionalidad y al sistema, quizás por medio de una Constituyente. Pero a su vez, también como muchos, siento temor de que este sea crear un escenario propicio para que fuerzas oscuras y desestabilizadoras logren nuevamente sus cometidos criminales a expensas del bienestar común.
No tengo la respuesta sobre cómo salir del atolladero, pero mientras llegan las luces, la mejor estrategia es no hacer nada, el camino de la resistencia pacífica como arma para inutiliza a al perverso sistema.
No saldré a votar ni en mayo ni en junio ni después, y que bueno sería que en las presidenciales que se aproximan, el que gane lo haga con un abstencionismo cercano al 95%. La clase política, la clase dirigente tiene que sentir el rechazo y repudio generalizado y contundente de ciudadanos escépticos e inermes cuya única defensa es abstenerse de participar en la pantomima. Ya nos cansamos de votar por el cambio, para que después nada cambie.
El día de las elecciones me quedaré en la casa viendo televisión o leyendo o simplemente compartiendo con mi familia. Mi conciencia no me permite ser cómplice de la patraña electorera ni someterme a la ignominia de elegir al que yo considere es el menos hampón de todos.
Por todo lo anterior fue que afirmé, que en una "democracia" disfuncional y amañada, no votar no solo es una buena opción sino tal vez la mejor de todas. No trato de convencer a nadie porque estos son asuntos de conciencia. Explico mi afirmación porque en mi opinión no todos los que los abstenemos de votar somos indiferentes así como no todos los que callan son mudos. A veces la inacción es la forma más sublime de actuar, si no, pregúntenle a Gandhi.