Sobre la 'Nueva ola' en el cine de los años 50

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El cine es un arte. De hecho, se le llama el séptimo arte y comparte esa categoría con la música, la danza, la escultura, la arquitectura, la literatura y la pintura. Su origen y su desarrollo

deben mucho a la fotografía, sin la cual no existiría. Sería prolijo e innecesario hablar extensamente del cine; con solo tomar algunos de sus momentos sale a flote su importancia. Habrá quienes en forma experta diserten sobre las diversas facetas que nos ofrece el cinematógrafo; ellos, con sobrados fundamentos nos darán cátedra y nos deslumbrarán con sus profundos conocimientos. Nosotros, simples admiradores del cine que conocimos, viviremos del recuerdo, sin aplicar un análisis exhaustivo a las películas que nos dejaron huellas por razones que muchas veces no logramos determinar. Pero esa incapacidad no nos impide separar películas excelentes.
La época de los años sesenta y setenta, por ejemplo, nos ofreció "Bella de día" y "La felicidad" como joyas de la filmografía francesa. No hay que ser un crítico avezado para reconocer los méritos de ambas cintas. También en esos años nos impresionaron películas como "La dolce vita" y "Dos mujeres", esta última interpretada por Sofía Loren, la actriz símbolo sexual que en pareja con Marcello Mastroianni recrearon numerosas escenas de la vida cotidiana en Italia. Pero años antes conocimos lo que se llamó "La nueva ola", aparecida en la década de 1950. A ella pertenece Alain Resnais, de quien hablaremos un poco en esta columna periodística.
Resnais nació el 3 de junio de 1922 en Vannes, Francia. Murió en París el 2 de marzo de este año. Fue director de cine y guionista. Con François Truffaut y Jean-Luc Godard conformó una trilogía importante de figuras de la "Nueva ola". Hay que recordar que con esta denominación la crítica designó a un grupo de cineastas franceses surgido a finales de la década de 1950. Estos realizadores se basaban en postular como máxima aspiración la libertad de expresión y, sobre todo, la libertad técnica en el campo de la producción fílmica. Esto, desde luego, fue una reacción contra las estructuras que el cine francés imponía hasta ese momento. Los integrantes de la "Nueva ola" afirmaban que si el escritor de novelas escribe con una pluma o un bolígrafo, el director de cine debe escribir con una cámara, pues se encuentra por encima de todo y la película nace de él. Llamaban ese instrumento "Caméra-stylo", es decir, "Cámara-bolígrafo".
La periodista francesa Françoise Giroud fue quien primero utilizó la expresión "Nouvelle vague" (Nueva ola) en 1957. Una encuesta realizada por ella le permitió constatar que existía una nueva ola de cinéfilos formados en cineclubes. Esta modalidad de exposición tuvo mucho auge en universidades y centros culturales, en los cuales casi siempre las sesiones terminaban con un foro sobre la película exhibida. No hay duda de que una de las películas emblemáticas de la Nueva ola es "Hiroshima, mi amor", de Alain Resnais con guión de la escritora francesa Marguerite Duras. Pero son también conocidas "Noche y niebla" (1951) y "El año pasado en Marienbad" (1961), ambas de Resnais. Además, "Los cuatrocientos golpes" de François Truffaut (1959). La Nueva ola no fue exclusiva de Francia. Muchos países, entre ellos los de América Latina, produjeron obras al estilo de esta forma particular de presentar la realidad. Se considera que la "Nueva ola" ha sido la única revolución verdadera en el cine después de la introducción del sonido en las películas. Y cabe agregar que esa ola, que no duró mucho en el tiempo, también se manifestó en la música y en la pintura.