Vuelve y juega II

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



En días pasados, el pueblo samario fue testigo directo de diferentes situaciones que alteraron el orden público, motivaron la violencia y desencadenaron tragedias. Como se puede apreciar, las cosas en la ciudad de nadie cada día están peores. El caos gobierna por doquier, y las acciones en contra de la delincuencia no se asoman ni a la esquina.
No hace falta hablar de cifras y estadísticas maquilladas para justificar la negligencia e incompetencia de las autoridades. Además, tenemos que decir que todos, somos conscientes que habitamos una ciudad sin dirección en la que ya no se puede vivir tranquilamente.
Muertos, heridos, agresiones, ataques, incendios, son los temas de actualidad. Están en cada esquina, en cada barrio, y en boca de todo el mundo. En otras palabras, la violencia es el tema de moda, pero nadie, al final, se preocupa un poco por lo que sucede con los demás.
Que tristeza decirlo de esa forma, pero es la cruda realidad de un país, una región y una ciudad que se despedaza poco a poco. Valdría la pena preguntarnos ahora, a quién hemos de culpar por lo que sucede en nuestra amada ciudad.
Si las cosas fueran realmente justas, tendríamos que culparnos todos, porque la verdad todos somos culpables. Somos cómplices de lo que sucede, y sin embargo, al final, nada hacemos por cambiar lo que está mal.
Es cierto, nos hacemos los de la vista gorda con lo que creemos no nos afecta. En resumen, de alguna forma, somos participes de lo que sucede o ha sucedido en el pasado con la ilustre ciudad de Bastidas.
Si señor, somos culpables. Unas veces porque hablamos y no actuamos, y otras veces porque no hablamos ni actuamos.
Y ahora me dirán los amigos de los gobernantes corruptos que tenemos en la ciudad y el país, -otra vez este señor hablando mal del prójimo, se nota que es fascista, neonazi o que está en contra de la paz-.
Les quiero decir a los que no quieren opinar, o a los que solo se preocupan por sus propios asuntos, que no me interesa hablar de los sinvergüenzas que gobiernan. En realidad, me preocupo por lo que viene para Santa Marta y su gente en el futuro.
Es importante recordar a los samarios de convicción que esta es su ciudad, la ciudad de sus padres, y es actualmente la ciudad de sus hijos.
Y si esto es cierto, ¿cómo es posible que a la gente de mi tierra le importe tan poco lo que suceda en nuestras calles y en nuestros barrios? O ¿es qué acaso queremos hacernos ciegos, sordos y mudos, como Shakira? No sé, espero algún día encontrar respuestas.
Esta es la triste realidad de una ciudad sin doliente, ley, moral, o principios. La Santa Marta de hoy es un polvorín de desaciertos, un fuerte sin centinelas, un faro sin luz. Estamos al borde del precipicio, pese a ello, no intentamos buscar una salida inteligente que nos aleje del mal que nos azota.
¿Qué futuro espera por nosotros? Espero que uno bueno que impulse los corazones de la gente en la dirección indicada, y nos aparte definitivamente del descalabro social que nos bloquea.
Para recordar: Nunca podrá existir una salida válida a un conflicto, si no existe intención honesta de encontrarla.