Imperiosa colonización cultural

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Las novedosas comunicaciones en internet han favorecido una cuestionable difusión cultural que ha permitido a las sociedades pasar por encima de las teorías y procedimientos convencionales

para la integración cultural de los pueblos. En nuestro planeta Tierra es indudable el peligro que ocasiona un proceso de aculturación con modelos culturales del mundo desarrollado y, en especial al modelo gringo es inminente, proceso que aparece por todas partes del mundo como una seria constante en los estudios sobre la globalización y la cultura. Esta apreciación no es accidental; pues para nadie es extraño que la globalización económica durante el siglo XX y lo que va del XXI ha ido acompañada o escoltada de un indetenible proceso de expansión de los modelos culturales del mundo desarrollado, en especial del modelo cultural norteamericano, a manera de una imperiosa colonización cultural existente por todo el mundo.
No es un secreto observar como paulatinamente o lentamente estamos incluyendo en nuestra tradición, costumbres, hábitos, prácticas, experiencia y lenguajes que no pertenecían a nuestra historia común, por el contrario son el resultado de esa pausada y perseverante colonización cultural a la que estamos siendo sometidos diariamente, la cual identificamos con especial ironía producto de la globalización. En el mundo actual, las empresas de comunicación especialmente las empresas norteamericanas, soportan un proceso de concentración acelerado, no sólo mediante la incorporación de pequeños medios de comunicación a grandes empresas multinacionales, sino también mediante la diversificación de estas, reservándose en las mismas manos la industria de la información de los contenidos y de la distribución.
Con este tipo de fusiones prospera el riesgo de que una única imagen sea lo que ocupe todas las pantallas del mundo, ya sean de televisión o de un ordenador, un peligro que ya se puso de manifiesto durante la primera guerra del Golfo, cuando todas las imágenes de la guerra fueron distribuidas únicamente por la CNN, con lo que a pesar de poder coexistir otras ideas distintas sobre la guerra, la expansión de imágenes fue idéntica en todo el planeta, colonizándose la información cultural. Es indudable y todos sabemos considerar, que cuando más se concentra el poder de la información en pocas manos, más análoga y compacta es la imagen del mundo resultante; por lo tanto, menos capacidad de decisión libre tienen los ciudadanos de a pie. Ante el miedo de una imperiosa colonización cultural existente e irremediable, favorecida por el fenómeno de la globalización y la concentración de los medios en unas pocas empresas multinacionales, hay que tener en cuenta otras circunstancias.
Una de ellas, la creencia en una receptividad pasiva de las culturas globalizadas, lo que no es tan cierto como pudiera parecer en un principio. Las personas utilizan creativamente la cultura, es decir, adaptan las influencias culturales externas a sus propios valores culturales, demostrando la capacidad de las sociedades para absorber determinados elementos sin cambiar sus características culturales. En este sentido, se generan una especie de combinados culturales incautos y determinadas mezclas entre las bases culturales latentes en nuestras sociedades y el influjo o influencia exterior. La idea del dominio cultural gringo, inglés o europeo colisiona bruscamente con nuestras costumbres, en muchas ocasiones, con la capacidad selectiva de los seres humanos cuando se enfrentan a visiones del mundo muy extrañas para nuestras culturas, por estas razones la dominación cultural suele encontrar la resistencia necesaria, en nuestras sociedades, haciendo de la expansión cultural nuestra, propia, un proceso creativo que no necesariamente lleva o permite la aculturación.
A pesar de esta resistencia a estos procesos de aculturación, los síntomas de una imperiosa colonización cultural se evidencian todos los días, cuando cotidianamente observamos a manera de un solo ejemplo, la multiplicación de los McDonald's en los lugares más insospechados de nuestro país y del mundo. Ello se explica, en parte, porque el ser humano requiere de ideas y curiosidades hacia las vicisitudes que vienen del exterior, hoy en día, no es de extrañar que para disfrutar de las novedades culturales que comparte cualquier ser humano, tanto el que vive en una gran ciudad como el que lo hace desde los lugares más remotos, para asistir masivamente a un concierto de música rock, en otro idioma distinto al nuestro. Es indudable que el contacto con otras culturas, la influencia recíproca entre culturas es el motor de un cambio social, cultural y la esencia del desarrollo de gran parte de los valores culturales. Evidentemente en estos tiempos del siglo XXI, una cultura estática, atascada y aislada o bloqueada es una cultura sucumbida o desaparecida, y una cultura incapaz de resistir estas arremetidas colonizadoras, igualmente es una cultura condenada o castigada a desaparecer.
La realidad nos lleva a pensar en serio, pues, la globalización permite la concentración de empresas en pocas manos y todas ellas dan una visión extranjerizante, pero también ha hecho que aumenten las relaciones y acercamientos entre culturas favoreciendo su vitalidad, su aliento, su fuerza. Nuestro objetivo no es el resguardar y preservar las culturas en un estado primitivo, nos preocupa que por lo visto hasta ahora, la globalización es una institución que tan solo ha distribuido una imagen única del mundo, una imagen proveniente de pocas empresas multinacionales de la industria de la cultura, que concentran poder y el exclusivo mercado de los productos culturales. Pues claro que el uso de internet suministra un especial medio personalizado, descentralizado y accesible tanto tecnológicamente, como económicamente. Permitiendo hacer llegar expresiones culturales a un número muy amplio de receptores atentos a una difusión cultural que no presenta obstáculos para su distribución, ni está limitado por las multinacionales de la industria cultural.
Contra una visión meramente enloquecedora o apocalíptica de la globalización, cabe, pues, subrayar que afortunadamente en nuestra nación disponemos de un sistema de comunicación que permite, potencialmente, hacer que la difusión, expansión y la producción cultural no esté controlada por las multinacionales de la comunicación. Las redes de comunicación, incluso de internet, cada vez más relacionada con los intereses comerciales, proporcionan, a pesar de todo, la infraestructura necesaria para que esto sea posible. En este nuevo entorno, la cultura creada y difundida, la cibercultura, tiene el potencial necesario para escapar de la imperiosa colonización cultural que sí propician otros medios de comunicación centralizada y demás, nos permite una expansión o difusión cultural que favorece la diversidad cultural de la cual goza nuestro país.