Winston Churchill, el político (III)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Analizar a este personaje mundial, en el campo de la política, corresponde exaltar sus virtudes como estadista, toda vez que él siempre pensaba en su gente, es decir en su pueblo. Tenía verdadero amor por Gran Bretaña y los británicos.

Pero denotaba y expresaba una profunda conciencia social, buscando el bienestar de sus conciudadanos y jamás utilizó el poder para su beneficio o el de su familia.
Todo lo anterior se cristalizó en muchas de sus frases célebres, producto de su pensamiento político e ideológico y que deja translucir, que sí era un verdadero hombre de Estado. La primera y la más relevante: "El político se convierte en estadista, cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones".
Esta sentencia debería ser tenida en cuenta por nuestros políticos y gobernantes en América, pero especialmente en nuestro país, pues su actividad proselitista, populista y demagógica, tan solo gira en torno a sus apetitos eleccionarios. Hay que pensar en el futuro de nuestra juventud, hijos y nietos.
La segunda, consecuente con la primera, señala que: "El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo". Otra locución de importancia: "La honradez es la mejor política". Buen consejo para nuestros hombres públicos, que han perdido credibilidad, por causa justamente de no practicar algo que otrora era natural y que hoy es algo tan extraño que se constituyó en una cualidad, dado que es lo excepcional en esa materia.
Al regresar a Inglaterra en 1899 después de sus expediciones militares, Churchill se retira del Ejército. Ya es indudablemente un protagonista y reconocido actor en la sociedad y en el marco político, por sus propios méritos, ejecutorias, obras literarias, conocimientos como militar y periodista. Esos antecedentes lo proyectaban en el panorama inglés, distanciándose de sus contemporáneos. La prueba de ello es la presentación que le hizo el escritor Mark Twian en una conferencia dictada por Winston en Nueva York en 1900, diciéndole: "Es el héroe de cinco guerras, el autor de seis libros y el futuro primer ministro de Gran Bretaña".
Su perseverancia, su disciplina, su deseo de sobresalir, originó que a pesar de que tenía problemas en su dicción y vocalización, se dedicó de lleno a corregir esas deficiencias verbales, por cuanto quería a todo trance ser un brillante orador como su padre y en efecto lo logró. Al fin y al cabo tuvo en cuenta aquello que su padre le explicaba: "Que el parlamento es para parlamentar, esa es su razón de ser; por buenas que sean las ideas, si no se sabe expresarlas y transmitirlas, todas caerán en el vacío".
La palabra escrita la manejaba con singular maestría. Tenía que mejorar su oratoria. Más a fuerza de su decidida voluntad, su concentración, su memoria y su autoconfianza, pudo preparar sus magníficas intervenciones parlamentarias, en las cuales mostró seguridad y claridad conceptual y ciertamente brilló como uno de los mejores oradores que han pasado por el parlamento inglés.
Además de ser legislador, ocupó la Subsecretaría de Colonias y los ministerios del Interior y Comercio. En la cartera de Comercio contribuyó a crear empleo y vigorizó la producción. Pero lo más importante fue el respaldo al libre cambio, opinaba al respecto: "Cada vez que se cierra un mercado libre se abre un mercado negro. El comercio depende de la oferta y la demanda, así como del precio y la calidad".
En el despacho del Interior se apersonó de la seguridad en tal forma que absorbió a las autoridades londinenses para darle la seguridad particularmente a la capital británica, donde el hampa estaba dominando la ciudad. Estuvo dos veces en el cargo y eso mismo le permitió, desarrollar acciones de grueso calibre, con miras a disminuir las inequidades e injusticias existentes. Organizó programas sociales de envergadura, aumentó las viviendas y la cobertura de salud. Creó bolsas de empleo en coordinación y ayuda de los industriales, comerciantes y agricultores. Estableció el seguro de desempleo y la jornada laboral de 8 horas. Apoyó el sindicalismo y humanizó y socializó las cárceles.
Como pensador y estudioso de los sistemas políticos, entendió, analizó y sopesó a Hitler en su justa medida, advirtiendo su peligro. Sabía lo que significaba el fascismo y conocía extraordinariamente bien los objetivos comunistas y por eso mismo fue un anticomunista.
Fue el más demócrata entre los demócratas, siendo de estirpe noble se enfrentó a la realeza y a los conservadores. Su criterio político era de liberal, librepensador. Luchador contra toda dictadura, defensor de los más pobres, impulsor de la justicia social y laboral, en síntesis el más interesado por la problemática social.
No hay en el mundo y en la historia un caudillo que haya influido tanto y durante tanto tiempo, en el plano político, militar, social y cultural, no solo en los pueblos de habla inglesa sino en las naciones desarrolladas y en vías de desarrollo. Se puede afirmar que ha sido el líder entre los líderes.