La miseria y la pobreza: mortales enemigos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



¿Qué es para los colombianos la pobreza? ¿Qué te sale de la mente cuando piensas en la pobreza de uno u otro compatriota?

¿Qué opinarías tú, de lo que estarían pensando muchísimas personas, quizás, familias enteras de nuestro país que no pueden, ni han podido por la escasez de ingresos hacerle frente a los gastos indispensables de su hogar y de la casa? ¿En qué crees tú qué pueden estar pensando igualmente, aquellas madres, muchísimas madres en Colombia que se rebuscan de cualquier manera en ilegales puestos de trabajo establecidos en los bordillos o en andenes de los espacios públicos, para poder cotidianamente lograr estirar el poco dinero que se gastan para la comida diaria de los suyos. ¿En qué estamos pensando los colombianos de las distintas regiones del país, de aquellos niños, jóvenes y adultos que desde hace varios meses no prueban un bocado de comida buena o saludable, ni aun de comida básica, chatarra o económica? ¿Qué crees tú, que piensan los jóvenes universitarios, cuando observan a sus vecinos, padres de familia profesionales que están trabajando, pero el dinero no les alcanza para nada, lo cual no les permite vivir adecuadamente como debe ser?
No podemos equivocarnos más, sin duda alguna, estas complejas situaciones y cuestionamientos que enuncio en el presente escrito existen en cada uno de nosotros en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestro Distrito y más aún en los pueblos del Magdalena y el país. Ahora bien, que crees tú que siente una persona en situación de pobreza o en cualquiera de sus formas; pues bien, estoy seguro que produce varias emociones que hacen sentir en el hombre o en la mujer, ya sean jóvenes o adultos, varias formas de desesperación, frustración, rabia, ira, indignación, sufrimiento, dolor, depresión, humillación, desaliento, desconsuelo, odio, furia, cólera, hostilidad, amargura, rencor, sentimiento de venganza, y quien sabe cuántas más…
Evidentemente todos sabemos que la pobreza es un tema de problemas muy graves y en donde existen varios motivos muy complejos. Por ejemplo, la pobreza no te permite de ninguna manera progresar, ni mucho menos crecer, ni vivir tranquilo en completa paz y armonía. Vivir en un estado de pobreza es habitar como en el infierno, vivir en el infierno esperando recibir en cualquier momento un ingreso económico, seguramente muy temporal. Vivir en la pobreza, es esperar desesperadamente te corten los servicios públicos impagados. Vivir en la pobreza es lidiar continuamente el hambre y la falta de provisiones de nuestros seres queridos. Vivir en la pobreza, es anticiparnos a un futuro o porvenir muy oscuro y arduo, negativo, esquivando cotidianamente acreedores de todo tipo y por todos lados.
La pobreza igualmente puede determinar una configuración mental en nuestro futuro y en el de las personas que nos rodean. La pobreza también genera muchos sufrimientos, estrés y exageradas depresiones. El estrés es como una gran puerta de ingreso, a todo tipo de enfermedades, sufrimientos y padecimientos psiquiátricos, autoinmunes o reactivos. Bajo el influjo de la pobreza y la carencia de posibilidades inmediatas se agudiza y empeora el estrés, la enfermedad y también las normales relaciones con tus seres queridos y con tus semejantes. Con tu descendencia se complica aún más y más, por lo que estamos traspasando los efectos de la pobreza que vivimos a una generación más y posterior. Tu círculo social te etiqueta y te expulsa, cambias tus hábitos, cambias de lugar de residencia a un lugar donde posiblemente te rodee más pobreza y entras en un círculo tóxico del que es tremendamente complicado salir y recuperarte.
También es cierto y por lo tanto tener muy presente, que no es igual o no es lo mismo ser pobre, que estar en una situación de pobreza. Algunas de las reglas del juego de la vida nos conducen en determinadas etapas a una situación de pobreza. Si revisáramos el precio de los suministros energéticos, de la vivienda, la concentración de las oportunidades laborales en las ciudades, los márgenes de beneficio de las empresas, la fuga de capital en actos de fraude, corrupción, robo y estafa, los costes de la ineficacia profesional y administrativa o la codicia desenfrenada podríamos tener un reparto más justo de la riqueza.

Pero lo peor de todo, lo que debemos evitar a toda costa que exige de nosotros un mayor aguante y una especial tolerancia es que una persona en una situación de pobreza o de miseria atacada o herida mortalmente por este mortal enemigo termine finalmente convirtiéndose en una persona pobre.