Paco de Lucía, heredero andalúz

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



No es Algeciras ni España las que se visten de luto. Es el mundo entero, es la poesía hecha música en sus prodigiosas manos, es el sentimiento mediterráneo de profunda intensidad en todas sus expresiones.

Francisco Sánchez Gómez, conocido como Paco de Lucía, se autodefinió como guitarrista, simplemente; para muchos, el mejor. El memorable "Concierto de Aranjuez" extrajo toda su creatividad musical. Como el mismo lo narra, le propusieron interpretarlo en el Japón, pero nunca lo había tocado. Firmó el contrato y sólo un mes antes de la presentación se dispuso a prepararlo. Era necesaria la compañía de la soledad y se retiró a una casa solitaria frente a una playa aun virgen en ese entonces "acompañado de la partitura del concierto, un pentagrama con los nombres de las notas para poder descifrar aquello y varias versiones grabadas". La rutina de la pesca diaria en la cálida y soleada playa le daba ánimos para continuar todos los días desde mediodía hasta medianoche en la difícil tarea que culminó exitosamente y presentó en ese 1991. Moriría casi 23 años después en ese mismo paraje, la playa del Carmen, en México. Allí estaba arraigada una parte de su alma, un pedazo de su corazón, un fragmento de su vida.

Paco ya había incursionado en la música clásica española. Interpretó a Lorca en 1967 y tocó junto a Manuel de Falla en el 68, además de algunos clásicos andaluces y latinoamericanos entre el 1965 y el 1969, y la suite Iberia de Albéniz, de marcada tendencia andaluza, con la cual complementó el tiempo de grabación del Concierto de Aranjuez. Torrelodones, al nordeste de Madrid,-población que fue lugar de paso de Felipe II y sitio de residencia de Rocío Dúrcal-, fue la primera ciudad española donde Paco de Lucía interpretó la célebre composición, ejecutada en el Teatro Bulevar de la Casa de la Cultura al lado de su autor, el valenciano Joaquín Rodrigo. La Orquesta de Cadaqués, con Edmond Colomer al mando de 40 músicos de 3 continentes, sirvió de fondo y compañía a las cuerdas de su guitarra flamenca, quedando grabada para siempre en audio y video el nuevo carácter rítmico de la obra. "Yo toco el concierto tal como viene en la partitura, pero nunca lo oí tocado a ritmo, y ahí es donde quería hacer mi interpretación", dijo al respecto.

Por estos lados del planeta la fama le llegó con su trabajo "Entre dos aguas" aun cuando ya antes había producido "Dos guitarras flamencas en América Latina", "Hispanoamérica" y otros trabajos. Su cenit fue más luminoso durante el Montreux Jazz Festival de 2012, cuando la madurez artística era plena y afloró sin límite. En el video de su concierto se aprecia esa conjunción entre lo popular y lo clásico, entre el flamenco y el jazz, con libertad interpretativa, nunca metido en el rígido corsé de las partituras. Esta clase de genios se expresa de acuerdo con sus emociones del momento, sus estados de ánimo y responden a la expresión de su público: si lo motivas entrega lo mejor, y si el conjunto musical se contagia, la experiencia será indescriptible, profunda, inolvidable. Tuvo el contrapunto de las guitarras de Ricardo Modrego, Mario Escudero, Manolo Sanlúcar y su hermano Ramón de Algeciras; las voces de Camarón de la Isla especialmente, (fue su llave desde cuando se reunieron por vez primera), Tomatito, el Cigala y su otro hermano, Pepe; el zapateo de los bailaores Antonio Valdepeñas y Raúl; Antoñita Imperio y Pilar La Cubanita alegraron con los palillos y las palmas. En ocasiones, saxo y flauta acompañaron sus presentaciones.

Desde joven tuvo una técnica interpretativa excepcional, primero con su guitarra de ciprés y después con la de palo santo. Más que pulsar las cuerdas, sus dedos danzaban sobre ellas como bailaores de tablao extrayendo nuevos sonidos, compases y melodías; la mano derecha con una perfecta ejecución (pulgar, alpazúa y rasgueos), picado y ligado de mano izquierda ejecutan nuevos acordes y armonías, renovando así las bulerías y la rumba, siempre influenciado por Niño Ricardo, Mario Escudero y Sabicas, con un sonido natural y muy flamenco al mismo tiempo. Género que se puede entender desde la historia del Califato de Córdoba, luego de que la influencia musulmana y la cultura árabe se establecieran en Al-Andalús (hoy, Andalucía), legando a sus comidas los aromas, la libertad a su sociedad, el conocimiento a las escuelas, la medicina a los hospitales y la música a las festividades, afectando definitivamente a toda la hispanidad musical. Con su guitarra, Paco de Lucía reunió lo mejor de la herencia morisca trasplantándola a los genes musicales andaluces; rindió tributo a sus antecesores marcando un antes y un después en el flamenco. Siempre fue un deleite escuchar al heredero de semejante tesoro artístico vivo, y lo seguirá siendo. No hay duda de que tiene bien ganado un sitial en el panteón de los grandes intérpretes de la historia.



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