Sin Marimonda no hay carnaval

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El carnaval es cosa seria. Si no fuese así, el lingüista ruso Mijail Bajtin no se habría impuesto la tarea de investigar su desarrollo, principalmente en la Edad Media, y mucho menos de trabajar en una teoría conocida como la carnavalización en la literatura.

Los estudios de este profesor y crítico marxista, nacido en 1895 y fallecido en 1975, destacan la forma como la sorna y la irreverencia aparecen en obras literarias en alternancia con las acciones serias. Por debajo de lo solemne, en una novela puede navegar el elemento pueril, casi insignificante que, sin pedir permiso irrumpe en la narración y reclama el mismo trato, la misma importancia para su aparición. Todo esto no es otra cosa que una comparsa, un verdadero carnaval.

Sobre el carnaval --su nacimiento, significado, desarrollo-- es mucho lo que se ha escrito. Pero digamos solo que es, en cierta forma, el entrelazamiento de lo popular con lo aristocrático. Estas características, bastante alejadas de la connotación religiosa que tiene el carnaval en sus orígenes, es lo que actualmente se aprecia en las manifestaciones carnestoléndicas de nuestros pueblos; es decir, la burla permitida, que es diferente de la falta al respeto de los demás.

Llegados a este punto, podemos hablar un poco del Carnaval de Barranquilla, una fiesta signada por disfraces muchas veces estrafalarios entre los cuales están el Garabato, el Congo, el Torito, el Monocuco y la infaltable Marimonda. Este primate que habita los bosques tropicales desde el sur de México hasta Brasil, aparece cada año en el carnaval de la Arenosa mostrando sus inmensos ojos y su protuberante nariz entre las comparsas del tradicional festejo. El único disfraz que ha sufrido la censura del artículo 13 del decreto 0045 expedido por la alcaldesa de Barranquilla es la Marimonda. Y todo por su exagerada nariz. La crítica del pueblo debería caer sobre las personas que dan rienda suelta a su morbo y ven obscenidad donde tan solo hay creatividad e imaginación. Si nos remitimos a 'El Principito' del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, podemos establecer una sencilla comparación: el personaje niño del relato, frente a un dibujo asegura ver una serpiente que se ha tragado un elefante; el adulto jura que lo que se plasma en el dibujo es un sombrero grande. Aunque el cuadro es el mismo, las apreciaciones son diferentes. Lo mismo ocurre con la Marimonda: tiene una nariz exagerada; las interpretaciones que confunden ese órgano olfativo con otra cosa, son el producto de mentes morbosas.

Toda la polémica desapareció cuando César Morales, el fundador de la comparsa "Las Marimondas del barrio Abajo" convenció y alertó a la alcaldesa sobre el atentado que intentaba cometerse contra la tradición del carnaval de Barranquilla. Afirmó Morales que "Marimonda sin nariz no es marimonda". El artículo 13, origen del conflicto, fue suprimido y todo seguirá en paz durante estas fiestas carnestoléndicas.

Otros carnavales famosos son el de Río de Janeiro y el de Venecia. Tienen sus respectivas características. Pero el Carnaval de Barranquilla, que irradia su influencia en el resto del Caribe colombiano, no puede renunciar a su tradición, que incluye una Batalla de Flores que data de 1903, cuando con ella se celebró el fin de la Guerra de los Mil días; mucho menos a la institución del Rey Momo, creado en 1888 como contraparte masculina de la Reina del Carnaval; y ni pensar que ese carnaval, considerado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad desde 2003 por la UNESCO, prescinda de su emblemática Marimonda.

Porque… sin Marimonda no hay carnaval.