Se prendió el Carnaval

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



El pueblo se viste de gala, y yo estoy que no me cambio por nadie, porque dentro de pocos días volveremos a encontrarnos con el festival más grande de Colombia.

No digo el festival más grande del mundo, pues es posible que otros países se regocijen con la celebración de fiestas tan ilustres y pomposas como la nuestra.

¿Quién podría dejar de opinar acerca de algo tan especial como el Carnaval que se aproxima? Creo que nadie. Ya me imagino en una lujosa carroza transitando por las calles de Pescaíto con la sensación de la maicena en mi rostro, el equipo de sonido del auto a todo timbal, un aguardientico de vez en cuando - Aunque la verdad con este calor sería mejor una cerveza, y disfrazado con uno de los resplandecientes "uniformes de mi partido político".

¡Oh, Oh! Estoy seguro que ustedes exclamaron un tanto sorprendidos cuando toqué el tema de los resplandecientes uniformes de mi partido político.

No, no estoy loco señores. No me he tomado un solo trago de licor, y mucho menos me la fumé verde como seguramente dirán algunos.

Yo sé que ustedes tienen razón al pensar de esa forma, porque la verdad, parece ser que el Carnaval no tiene nada que ver con los partidos políticos. Pero resulta amigos míos, que no estoy hablando de las festividades instituidas en honor del dios Baco, como ustedes pensaban, sino del especialísimo Carnaval de corrupción y politiquería que tendremos que soportar el próximo 9 de marzo.

Sí, realmente estoy hablando, de las ilustres elecciones que se avecinan. Otra vez, el pueblo sufrido de mi querida Colombia debe aguantar semejante ultraje. Como es costumbre, en la ingeniosa cultura colombiana, el pueblo maltratado apreciará en primera fila, la forma en que algunos ilustres aspirantes al Senado y la Cámara de representantes, sacan los billeticos viejos que recogen inadecuadamente de las manos cochinas de sus colaboradores, para inducir al que menos tiene, a mojarse el dedo en la tinta putrefacta de la democracia baconiana.

Ahora no me digan que ando inventando términos o construcciones gramaticales que atentan contra el idioma, porque simplemente, es una expresión que voy a utilizar en este artículo para referirme a la inmundicia que se levanta en medio de los procesos electorales de mi querido país.

No estoy exagerando cuando me refiero, en esos términos, al proceso democrático colombiano. Ustedes lo saben muy bien, la política en Colombia es un gran fraude, en el que los deshonestos diseñan mugrosas estratagemas para perpetuarse en el poder, descargar las arcas del Estado, o para esclavizar sin misericordia a la población más vulnerable.

No quiero ese tipo de fiestas en las calles de mi ciudad. No quiero ver más sinvergüenzas llenándose los bolsillos con el dinero de los contribuyentes. No quiero escuchar siquiera comentarios inocentes acerca de un proceso tan corrupto, como corrupta es la clase dirigente que lo sostiene.

Si me dijeran: Seguramente usted prefiere un régimen escabroso como el cubano, antes que las bondades de la democracia.

Inmediatamente le diría al mentiroso: No puede existir bondad democrática alguna en medio de la comunidad que sufre, y menos cuando es presa del pensamiento corrupto de la clase dirigente.

No creo, en las mentiras de los corruptos, sean cubanos o colombianos, por ello, me levantaré en contra de los mezquinos ideales de izquierda o de derecha el próximo 9 de marzo, cuando se levante el telón putrefacto de la democracia baconiana que nos perturba.

No obtendrán de mí, sino un voto en blanco que manifiesta el inconformismo de mi gente.

No más mentiras, no más engaños. Levántese usted también amigo lector, porque somos muchos los que estamos dispuestos a reformar el orden viciado de las cosas. Apártese de una vez por todas, del camino de los que maltratan a un pueblo dolido, negándoles su voto. Haga parte del cambio y busquemos una salida inteligente a tan grande mal.