¿Escritores-periodistas o viceversa?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Ejemplos de obras literarias presentadas al estilo de reportajes y crónicas abundan en todos los países. Entre nosotros la más conocida es "Crónica de una muerte anunciada" de García Márquez, aunque con éxito también han publicado novelas el periodista Antonio Caballero ("Sin remedio") y Germán Castro Caycedo ("Perdido en el Amazonas", "El Karina" y decenas de relatos más). Pero el ejemplo de Truman Capote y de los escritores-periodistas que hemos mencionado no siempre es seguido con fortuna.

El oficio de reportero de guerra sirvió a Ernest Hemingway para sobresalir posteriormente entre los escritores de su época, sobre todo como representante de 'La generación perdida'. Sin embargo, no todo periodista tiene garantizado su éxito como autor literario.

El periodismo y la literatura son dos manifestaciones que, por nutrirse ambos de la palabra, comparten cualidades que en cierta forma los unen. No obstante, conviene no confundir estas dos formas de expresión social. Muchas veces, muchísimas veces, el periodismo no logra convertirse en literatura, aunque ello no significa incapacidad por parte de quien lo practica.

El escritor debe tener algo importante que exteriorizar, además de guardar en su haber un acervo cultural que le permita no solo citar sino relacionar, opinar o argumentar, si se trata de autor de ficción, crítica o ensayo, respectivamente.

Si no cuenta con esos recursos, además de técnicas narrativas que permitan la ilación de hechos y acciones en una trama que sirva de soporte a la construcción de su discurso, el narrador se perderá en un océano de vaguedades y digresiones; es decir, en un laberinto que en el lenguaje se llama tautología.

Un caso afortunado de periodismo como ejercicio para la literatura es el de Truman Capote, periodista y escritor estadounidense de padres españoles. Nació en Nueva Orleans (Lousiana) el 30 de septiembre de 1924 y murió el 25 de agosto de 1984 en Los Ángeles. A los dieciséis años publicó su primera narración; trabajó en Nueva York en una revista y en el periódico New Yorker. En 1945, a los veintiún años, ganó el premio O.

Henry con un cuento, lo que permitió que a temprana edad se le conociera en el mundo de las letras. A partir de ese momento tuvo contrato con varias casas editoras. Posteriormente publicó su primera novela: "Otras voces, otros ámbitos"; con esa obra se convirtió en el escritor más discutido de su tiempo, sin duda por penetrar en un mundo de fantasía y de ensueño que contrastaba con el realismo de la novelística norteamericana abanderada por William Faulkner, John Steinbeck, John Dos Passos y otros narradores.

Aunque Capote publicó también las novelas "Árbol de la noche", "Color local", "El arpa verde" (adaptada para el teatro), "Se oyen las musas", "Desayuno en Tiffany's", "El invitado del día de Acción de gracias", "Música para camaleones" y dejó inconclusa la novela "Plegarias con respuesta", su obra cumbre es "A sangre fría" (1966), una novela que debe su argumento a un hecho real, y su éxito a la experiencia que el autor había adquirido como periodista.

"A sangre fría" es una novela no ficticia, según palabras contradictorias de su autor. En ella Capote reconstruye un asesinato ocurrido en la vida real; las víctimas son unos granjeros de Kansas, la familia Clutter, a manos de dos ex-presidiarios psicópatas: Dick Hickock y Perry Smith.

El novelista, con base en técnicas periodísticas, logró estructurar un relato estremecedor. La fuerte compenetración de Truman Capote con uno de los personajes influyó en forma decisiva en la vida del autor.