De vuelta a la esclavitud

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Aunque la esclavitud fue abolida en la mayoría de los países del mundo durante los siglos XIX y XX, hoy día se observa por doquier, visos de servidumbre indignante. Incluso, en nuestra querida Santa Marta, vemos como miles de personas venden su trabajo en restaurantes, almacenes, supermercados y todo tipo de empresas, por una miseria que los empleadores consideran justa. Como dicen por ahí: Cualquier parecido con la realidad, es solo una coincidencia.

El hombre del pasado esclavizaba al hombre por cuestiones como la riqueza, el poder, la gloria, la fatídica religión, diferencias en el color de la piel, vanidad, y por muchas cosas más que no merecen ser mencionadas. Además, ejercía poder absoluto sobre la vida, el pensamiento, las creencias, la capacidad de trabajo, el intelecto y los sentimientos del esclavo. Aún en aspectos tan íntimos como la vida marital, o los asuntos de la familia, el amo ejercía con despotismo, el supuesto derecho de intervenir y decidir.

Lo curioso del tema es que para los líderes mundiales, políticos corruptos, gerentes corporativos codiciosos, los títeres académicos de los grandes consorcios económicos, los nefastos guías espirituales, y los fundamentalistas religiosos del presente, la situación deprimente que viven millones de personas en el mundo, nada tiene que ver con esclavitud. Porque según ellos, las personas hoy día, trabajan por un salario digno.

Según estos personajes, no es posible que hoy existan prácticas degradantes de esclavitud como en el pasado. No obstante, apreciamos, casos aberrantes como la trata de blanca, o el abuso indiscriminado del cual es objeto el inmigrante en Europa, Asia y Norteamérica. Incluso en el sur del continente, miles de personas son explotadas sexualmente cada año.

Y que podemos decir de la cautividad permanente que viven los habitantes de decenas de países que han instaurado regímenes socialistas tan corruptos como China, Corea del Norte o Cuba. Hasta nuestro vecino más cercano, Venezuela, tortura sus contradictores por causa de las creencias, o el pensamiento político y religioso. Qué vergüenza. ¿Cómo es posible que el hombre hable de tolerancia, respeto y dignidad humana, cuando en realidad no conoce el verdadero significado de esos términos?

Si creen que estoy exagerando mis comentarios, les sugiero que averigüen por su propia cuenta lo que sucede con los empleados (Cajeros o cajeras) de un popular supermercado agrícola que se ubica cerca de la Terminal de Transportes. Estas personas, tienen que pagar tres días de inducción gratuita en horarios de 6 de la mañana a 10 de la noche. Y además, deben laborar jornada de 8 horas diarias, domingo a domingo, sin poder sentarse un segundo. ¿Me podrían decir si esto es realmente un empleo digno? No lo creo. El miserable salario mínimo no es suficiente para equilibrar justamente la excesiva carga laboral de los empleados.

¿Y qué pueden decir nuestras ilustres autoridades acerca de las miles de empleadas del servicio doméstico que perciben menos de la mitad de ese salario indigno? Con el agravante, que no son afiliadas a servicios de salud, pensión o riesgos profesionales.

¿Existe la esclavitud en nuestros días? No cabe la menor duda que sí, pues el hombre continúa explotando, humillando y tratando indignamente al hombre, simplemente porque sí.

Cuidado, porque las cosas no son tan simples como parecen. Y pueden estar seguros que el destino que nos espera, mientras esto permanezca como hasta ahora, será el exterminio de la especie humana. Hagamos algo por remediar las malas acciones antes que sea demasiado tarde, porque de lo contrario, estas nos superarán y como resultado, el dolor será inmanejable.



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