¿Una tableta para cada niño?

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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Definitivamente viajar cuando se tiene un mínimo de curiosidad, permite aprender y probablemente evitar problemas ya presentados y a veces resueltos, en otras latitudes. Un tema de creciente interés en los Estados Unidos es el peligro y no solo las ventajas que el Internet representa para los niños, cuando los adultos no reconocen que esta forma de comunicación globalizada encierra posibilidades peligrosas para mentes aun en proceso de formación.

Es más, se habla ya de ética en el uso del Internet, como una manera de plantear los problemas que nacen de su falta de regulación y de su dificultad para lograrlo.

Un reciente documento escrito por mi nieto Nicolás Cueter quien realiza su posgrado en Relaciones Internacionales en Georgetown University, analiza la gran responsabilidad de las personas mayores sobre el uso adecuado del Internet por parte de los menores bajo su responsabilidad. Con mucha claridad habla entre otros temas del peligro del anonimato, muy útil para adultos que pueden utilizarlo para denuncias importantes por ejemplo, pero que representan una seria amenaza para personitas que no tienen la malicia suficiente para distinguir quien está detrás de un interlocutor anónimo. Casos se han visto en que en vez de niños hay adultos perversos que terminan causando daños irreparables a menores que creyeron estar fomentando una amistad sana con otra persona de su edad.

Esta y muchas otras preocupaciones similares que cuentan ya con una literatura extensa en este país y en otros desarrollados, parecen especialmente oportunas cuando una de las políticas estrellas del Gobierno, que muchos hemos alabado, consiste en entregarle masivamente a niños pobres, tabletas, pensando que es una manera de mejorar su nivel educativo. Ya se ha identificado que este tipo de estrategias deben ser seriamente analizadas porque se llevan a lugares donde el acceso a Internet es todavía muy limitado, como en San Andrés, por ejemplo.

Para no hablar de zonas relativamente alejadas donde las posibilidades de su acceso son muy precarias. En esos casos, las tabletas no educan sino que se limitan a ofrecerles a los menores nuevos juegos, algunos educativos y otros que no necesariamente cumplen con esos objetivos.

Por consiguiente: primero tienen que haber realmente Internet para que los niños puedan usar las tabletas como parte de su educación.

Pero el peligro mayor radica en que precisamente en los sectores pobres, es probable que los adultos tengan menos experiencia en el manejo de este medio de comunicación y por consiguiente ignoren por completo los peligros que encierra para los menores de edad.

No se trata entonces de parar esta política, sino de preparar a la población donde se va a distribuir de manera que padres, profesores y niños puedan sacarle todas las ventajas que tiene el poder usar una tableta para acceder al Internet, pero al mismo tiempo se eviten los peligros que los menores pueden enfrentar.

Por desgracia, Colombia es un país donde cada día más, son los niños las víctimas de todo y de todos. Lo único que este país no necesita es que gracias a políticas que se desarrollan sin la preparación necesaria a sus receptores, terminen afectando aun más a nuestra población vulnerable. Ojo pues Ministro de las Tics.

Para que nuestras nuevas generaciones se beneficien de tener acceso al Internet, lo cual es loable, no se puede limitar la estrategia gubernamental a simplemente de manera populista, entregarles tabletas a los niños sin la preparación adecuada a adultos y menores. Además obvio, primero asegúrense de que exista acceso a Internet.



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