Que se depongan los odios

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Ningún momento más oportuno que la época de Navidad para hacer algo que con urgencia necesitamos los colombianos: deponer el odio. Una excelente columna de León Valencia en Semana, trata con gran claridad la necesidad de reconocer los esfuerzos de ambas partes, Gobierno y Farc, para avanzar en la verdadera prioridad del país: lograr iniciar un verdadero proceso de paz sostenible, duradera, a partir de la firma del Acuerdo entre las dos partes.

La necesidad de cambiar esta sociedad colombiana; sus reglas de comportamiento, sus instituciones, el tipo de liderazgo, su forma de hacer política, su manera de crear riqueza, son cada vez más evidentes. Hay en nuestro país un malestar parecido al que sufrimos cuando nos da gripa: nos duele todo sin poder precisar donde está el origen de ese malestar generalizado.

Pero como afirma León Valencia, 50 años de guerra, o sea toda la vida de la gran mayoría de nosotros, no han pasado en vano. Nos acostumbramos a odiar, a tener resentimientos, a no confiar en nada ni en nadie, a sentirnos inseguros. Y con esos sentimientos será imposible el principio de la paz que es la reconciliación y el perdón para no hablar del olvido, que variará según el dolor que cada uno tenga en su alma y que en general obedece a una pérdida irreparable. En esto también ha funcionado esa vergonzosa desigualdad del país. Los más pobres, los desplazados, los campesinos, las juventudes marginales y en particular las mujeres pobres, hoy sobre representadas entre las victimas vivas, son los que cargan con el mayor peso del costo del conflicto armado.

Por consiguiente, es hora de prepararnos para empezar a reemplazar esa sensación negativa con la que con razón hemos vivido durante nuestras vidas, para abrirle espacio a todo aquello que se requiere para esa nueva sociedad que debemos construir para el fin de nuestras vidas y para nuestros descendientes. Ahora bien, quienes tendrán que poner más que todos los demás, son ese pequeño porcentaje de privilegiados del país, que no han recibido los mismo golpes de la guerra que si afectaron a los sectores más pobres; quienes además se han beneficiado de estas políticas públicas que les dieron más de la cuenta. Son precisamente los sectores privilegiados quienes deben empezar por mirar con humildad a esa gran parte de esta sociedad que es pobre o vulnerable y que necesita de su compromiso con Colombia y con sus habitantes menos favorecidos.

Y definitivamente necesitamos nuevos líderes políticos porque los actuales dan tristeza. Parecería que no sienten que precisamente por tener posiciones de privilegio en este país injusto, tienen una profunda responsabilidad de ayudar a construir un país distinto al que tantos beneficios les ha otorgado. Pero es hora de decirles la verdad: ¿que tendrá Colombia para que con gran facilidad, estos líderes, muchos de pacotilla, por obra y gracia se convierten en súper egos, que no miran a nadie y con autoridad para todo, como si las leyes no los cobijaran? Con que eso cambiara, más el arribismo al que se ha visto sometida esa clase media y pobre, que cree que servirle a los poderosos es su única manera de lograr algo, armaríamos los pilares de la nueva Colombia.

Pues bien, además de desearle una Feliz Navidad a todos mis lectores y a los directores de medios que me han permitido expresar mis ideas, muchas de ellas controversiales, sin tocar una coma de mis artículos, quiero invitarlos a que nos preparemos para un 2014 distinto, porque empezaremos a construir la paz.