Cuál momento de paz

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Alguien que me aprecia grandemente me dijo hace un par de días: ¿Por qué no escribes acerca de la alegría y la felicidad que se vive en Navidad? ¿No crees acaso que de vez en cuando, hace bien dejar de lado las cosas tristes y oscuras que suceden en nuestro país?

Y yo respondí, como es de suponer, con la resequedad que me caracteriza: no lo creo así. Los corruptos y violentos, si no lo has percibido, en Navidad hacen más daño que en cualquier otra época del año. Sin embargo, ese simple cuestionamiento no dejó de rondar mi pensamiento un tiempo, e intenté escribir sobre cosas positivas.

Digo intenté, porque la realidad, aunque queramos cambiarla, siempre termina siendo la misma que conocemos. Y más allá de cualquier cosa, la realidad de Colombia es esa: Corrupción, violencia y maldad.

Si hablo hoy o mañana acerca de ello, nada cambiará la realidad que nos atormenta. Entonces no queda sino hablar de cosas más agradables, pensé algo intrigado. ¿Pero cómo hablar acerca de cosas más agradables, sí los corruptos y violentos continúan haciendo de las suyas? Además, creo que las únicas cosas agradables que pueden suceder a los hijos maltratados de mi querida Colombia son:

Que los terroristas y criminales que azotan a las comunidades indefensas en los municipios y ciudades colombianas, declinen sus aspiraciones de maltratar a la población.

Que los políticos deshonestos y gobernantes corruptos, como ciertos alcaldes de Colombia, sean destituidos por el Procurador General de la Nación de la misma forma que lo hizo con el apátrida Petro. Ojalá esa sentencia sea confirmada, para que otros deshonestos piensen bien las cosas, antes de empezar a maltratar al pueblo sufrido de Colombia.

Como ustedes lo pueden apreciar, este tipo de personajes, junto con el presidente de la República, el Fiscal de Saludcoop, los magistrados de las altas cortes y los honorables congresistas, siguen maltratando al pueblo que sufre; además regalaron a los asesinos narcoterroristas de las Farc, la última esperanza de justicia que motivaba continuar en la lucha.

¿A quién quieren engañar vistiendo de pastorcitos al alcalde Petro y a otros personajes servidores de la guerrilla criminal? No creo que a muchos, porque la mayor parte de la población colombiana sabe muy bien que el único disfraz que puede lucir este señor, es el de pastorcito mentiroso.

No deberíamos conformarnos con esa única destitución, sino que unidos en un solo clamor, Colombia debería pedir la destitución de todos aquellos que utilizan el nombre del pueblo para hacer de las suyas.

Como ven, aunque desearemos escribir acerca de cosas más positivas, terminamos hablando sobre corrupción y violencia. Porque en definitiva, ese es el legado maravilloso que ha entregado la corrupta clase dirigente de nuestro país durante los últimos doscientos años.

Como sé que algunos volverán a molestarse por lo que escribí, deseo aprovechar este espacio para decir en última instancia, que me he movido conforme mi loco pensamiento me guía, y no como la indecente presencia de los deshonestos lo reclama.

Pues no camino en pos de rojos, azules, amarillos o verdes, y mucho menos acudo al llamado de la derecha, el centro o la izquierda, sino que en dirección de los olvidados de Colombia está mi camino. Hacia dónde se dirija mi pueblo, hacia allá me dirigiré yo, lo demás que importa. Y mi gente y mi pueblo no está con los corruptos, de eso estoy completamente seguro.