Colombia, una bomba social

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Escrito por:

Jacobo Solano Cerchiaro

Jacobo Solano Cerchiaro

Columna: Opinión

e-mail: jacobosolanoc@hotmail.com

Twitter: @JacoboSolanoC



La destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, ha desencadenado una serie de marchas y protestas que tienen al país en vilo y puede ser el detonante de esta bomba social llamada Colombia, muy parecida a la Venezuela de los años 90, que inició con el establecimiento de un régimen surgido de indignados por la vieja clase política, pero terminó en el autoritarismo total y tiene al vecino país sumido en una insondable crisis.

¿Por qué hemos llegado a esta situación? Simple, la sociedad de un país tomado por la desigualdad, la violencia y la corrupción, está cansada de un Estado ineficiente; con una clase política mediocre, que no resuelve las necesidades de la gente, ni se renueva; con un Congreso autista que no tramita reformas urgentes como la justicia, la educación o la salud, pero si saca adelante Actos Legislativos como declarar el agua de panela bebida nacional; un gobierno que aceita ese mismo Congreso con dádivas y prebendas y ofrece a los trabajadores un aumento en el salario mínimo de 3,5%, mientras a los congresistas, por decreto, les aumenta más del 20%. Un país que vive enfrentado permanentemente no puede mejorar la calidad de vida.

Ex presidentes agrediéndose y sacándose los trapos al sol para confirmar cual fue más ineficiente; de los organismos de control, ni hablar, la Contralora contra el Fiscal, el Fiscal contra el Procurador, el Procurador contra todos; en los entes territoriales, gobernadores contra alcaldes, alcaldes contra concejales; la administración de la justicia, penetrada por el amiguismo y la corrupción, buscando beneficios mutuos, en fin, todo por lo mismo, intereses y egos personales; sin embargo, el ciudadano de a pie, todos los días se enfrenta, sin soluciones de fondo, al desempleo, la pobreza, la inseguridad. Vivimos en un país de contradicciones, Petro ayudó a elegir a Ordóñez a sabiendas de su sectarismo, pero como era congresista y necesitaba lo que le podía retribuir, ahora que lo destituye es un retrógrado. Un país limitado por intereses mezquinos y nada más.

Es un momento de debilidad institucional, con un presidente con poca gobernabilidad que hace lo que sea por la reelección, si la protesta se canaliza con otros factores como los paros campesinos, la insurrección indígena, el sector educativo y otros, puede seguir subiendo el inconformismo y depositar su descontento en Petro, soberbio, victimizado y fortalecido, un riesgo para la democracia. ¿Será Petro nuestro Chávez? ¿Qué papel jugará la guerrilla en esta crisis institucional? ¿Será este, el inicio de un modelo socialista? ¿Logrará Santos apaciguar los ánimos? ¿Se saldrá Ordoñez con la suya? ¿Que pasará? No se sabe a ciencia cierta, no obstante, la placa tectónica política en Colombia, se mueve desde las masas y puede traer consecuencias.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. Gracias a todos los lectores por su acogida e interés y por permitirme compartir con ustedes los contenidos de esta columna, que se va de vacaciones hasta el próximo año.



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