Época navideña

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



No cabe la menor duda de que esperamos todos ansiosos, pero particularmente los niños estos días del mes de diciembre, en que los almacenes, los parques y las calles se engalanan, las emisoras empiezan a lanzar los mensajes con los mejores deseos para el 24 y para el año nuevo y también en la televisión nos hacen ver que llegaron los últimos 31 días con su característica alegría.

Se nota y se percibe otro ambiente en las ciudades, se oye música especial de regocijo y diversión, las iluminaciones y los árboles de navidad resplandecen, se cantan los villancicos en los centros comerciales y de igual manera en los hogares, en fin todo es distinto de lo normal.

Aparece Papa Noel por todos lados, lo encontramos en la prensa escrita, en las revistas, sale a la luz pública y los infantes gozan con su presencia. Sueñan estos últimos con sus regalos, con las celebraciones, con la noche de las velitas, con las novenas donde sus amigos y en sus casas, es decir el cambio de entorno es algo que anima, mejora y por ende la disposición de todos es de franca y sincera participación de la época decembrina.

Empero para algunos y naturalmente son una minoría, se vislumbran como días de melancolía, tristeza y depresión, por cuanto por su manera de ser lejos de experimentar placer, por el contrario sus emociones no aparecen gratas y en consecuencia no la pasan bien.

Como quiera que la mayoría procura estar con sus familias, muchos tienen vacaciones colectivas u organizan sus días libres, con miras a disfrutar de las buenas comidas, de los festejos, de tener contacto con sus amistades y de despedir el año y recibir el siguiente con optimismo, esperanza, fe y los mejores augurios.

Hay personas que tan solo piensan para diciembre en los viajes, se disponen a recorrer su país o a conocer aquellos lugares en el extranjero que no han visitado, tratan de plasmar sus ideas en cuanto a su salida a otro lugar. Pero son contados con los dedos de la mano, toda vez que para ello se requiere de una buena disponibilidad monetaria. Peor aún si se trata de familias numerosas.

Otros aprovechan esos espacios de tiempo para ir a sus fincas a compenetrarse con la naturaleza, a respirar otro aire y a alejarse por completo del mundanal ruido.

Es de anotar que estas fiestas navideñas y de cierre de año se tienen en cuenta en las urbes, en los villorrios, en todos los pueblos del mundo, desarrollados y en vías de desarrollo, todos sin excepción no hacen otra cosa que celebrar estas fechas del niño Dios o Santa Claus como se suele llamar en las naciones anglosajonas. Unos celebran con más alborozo que otros, dada su raza, religión, manera de ser, costumbres e idiosincrasia.

Igualmente existen poblaciones occidentales de cultura hispana, por ejemplo España y Argentina donde los Reyes Magos opacan a Papa Noel, desde el punto de vista de los regalos, pues estos se dan en Enero y la costumbre hace ley, de tal suerte que se reciben y reparten los obsequios con motivo de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltazar.

A propósito de estos reyes mencionados, fueron según la historia bíblica los que le llevaron tres regalos al Niño Jesús: Oro, incienso y Mirra, cada cosa tiene su propio significado. Melchor entregó la mirra símbolo del hombre. Gaspar el incienso simbolizando a Dios y Baltazar dio el oro para darle brillo al Rey.

Curiosamente en el ámbito climático, los contrastes en los países con estaciones en Diciembre son notables, puesto que en el cono sur de Suramérica el verano se hace sentir y en Europa y Estados Unidos el frío es evidentemente de muy bajas temperaturas. Unos pueden estar celebrando en la intemperie y otros en recintos cerrados. De todas maneras como lo he expresado es el mes del júbilo expansivo, sin importar el sitio, la gente o el clima.

De todas maneras estos días decembrinos en que se afloja el trabajo o al menos se toma en todas las actividades con cierta laxitud, es la oportunidad de examinar el pasado, sentir el presente y avizorar el futuro.

Tal vez los únicos que no pueden pensar en ellos sino por su misión les toca tener en el corazón y en su pensamiento a sus familias y al resto de sus compatriotas, son aquellos que en las selvas, en las montañas, en los mares, en los ríos, en los lugares más remotos, nos brindan la seguridad y la tranquilidad, para que todos podamos disfrutar y gozar en esta época decembrina.

Ellos son los soldados de tierra, mar y aire de nuestras Fuerzas Militares, para quienes el 24 o el 31 es como si fuese un día ordinario.

Del mismo modo los profesionales de la medicina necesariamente deben estar en sus clínicas y hospitales prestos a cumplir con sus enfermos y pacientes, ahí sí es cierto al pie del cañón.

Me parece justo expresarles a los militares y médicos mi reconocimiento, que es el de todos los colombianos, por la labor patriótica y de vocación de servicio que han cumplido y siguen cumpliendo en función de todos nosotros.