Las estatuas de Caicedo

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



No sé qué piensen ustedes acerca de la idea de hacerles estatuas a unos deportistas en Santa Marta, como lo anunciaron los medios informativos al reproducir las eufóricas declaraciones del alcalde Caicedo hace unos días.

No quiero menospreciar los sobrados méritos deportivos de estas personas, pero se requiere mucho más que méritos deportivos para ser encumbrado en un pedestal.

El anuncio del alcalde generó reacciones en las redes sociales y la discusión se centraba sobre quien se merece la estatua o que el nuevo estadio lleve su nombre. Unos que el Pibe, otros que el maestro Arango y otros que Falcao, dependiendo de la opinión sobre quien ha sido el futbolista samario más grande de la historia.

No hay uno más grande que el otro. Cada uno ha sido grande en su tiempo y punto. No son situaciones comparables, y pretender lo contario es un ejercicio estéril y pernicioso.

Sin embargo, la idea del alcalde Caicedo acusa una pobreza imaginativa e intelectual vergonzosa, que nos hace ver como una sociedad culturalmente pobre y atrasada. ¿No tenemos nada más de que sentirnos orgullosos? Una euforia momentánea no puede llevar a cometer equivocaciones duraderas.

Santa Marta, señor alcalde, tiene dos características que la hacen única. La más grande de todas, es la de ser cuna de una de las culturas precolombinas más avanzadas e importantes, una cultura que aún sigue viva y vibrante en las laderas de nuestra Sierra Nevada, la cultura Tayrona.

Y la segunda, haber sido el lecho de muerte de Bolívar. Sin embargo, a diferencia de Bolívar quien tiene su Quinta de San Pedro y el Altar de la Patria, la cultura Tayrona sigue siendo mayormente ignorada.

Por razones que van desde la conveniencia económica y turística a la justicia, si alguien merece un monumento, si alguien merece que el nuevo estadio le sea dedicado, son nuestros hermanos Tayronas.

Un estadio con murales alegóricos a su grandeza, monumentos en distintas partes de la ciudad para cada etnia indígena. Hagamos homenajes y monumentos que resistan la erosión del tiempo y de la memoria, y no homenajes producto de euforias pasajeras. En cincuenta años pocos recordarán a nuestras glorias futbolísticas.

El reconocimiento a los deportistas podría hacerse en el nuevo estadio, al estilo de las estrellas de Hollywood, o una galería de los famosos, pero no caigamos en exabruptos macondianos.

Hagamos un estadio-museo que sirva de atractivo turístico y que genere ingresos de forma permanente. ¡Qué bueno sería un estadio que cuente la historia de los Tayronas! Qué bueno sería tener un estadio museo visitado 365 días al año, y que la gente pague para entrar, comer, y deleitarse con murales, artes y exhibiciones permanentes.

Nuestros gobernantes tienen una infinita capacidad para ser inmediatistas y carecer de perspectiva proyectiva, para frustración de muchos que creemos que Santa Marta y el Magdalena se merecen lo mejor.

Alcalde Caicedo, que el estadio sea auto sostenible y un gran atractivo turístico hoy y en cincuenta años. Una fiesta deportiva y una fiesta cultural. ¡Seamos serios!