Jugando con candela

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Razón de más para no creer en la voluntad de paz de las Farc la alerta del gobierno avisando de la empresa criminal que podrían estar urdiendo los facinerosos para asesinar a Álvaro Uribe Vélez. Es la segunda vez en los últimos meses que suena el río y cuando el río suena piedras lleva.

Si esa fuere la idea, mejor desentenderse de una vez de las rondas habaneras y prepararse para la guerra civil que desataría semejante despropósito monstruoso. Uribe no es un político a la usanza común o del montón, sino que se trata del jefe de las mayorías nacionales, jefatura ganada a través del continuo trasegar por auditorios, barrios y veredas en abierta comunión con el pueblo.

Desde Gaitán y Alzate Avendaño el país no contaba con un líder superior de las características de aquellos, como lo tiene al presente en la figura acerada y portentosa del doctor Uribe. La historia da cuenta del desastre que representó para la Nación el asesinato de Gaitán, cuyas consecuencias aún se viven: las guerrillas de ahora son en parte coletazos que dejó la muerte de Gaitán.

No se requiere de la imaginación de Julio Verne para prever en el horizonte el desastre colectivo al que conduciría el eventual magnicidio a cargo de la "Columna Teófilo Forero", o de quien fuere. Para principiar, sería el quiebre del Estado de Derecho, la ruina de lo que queda de institucionalidad, amén del empobrecimiento colectivo, porque solo la dictadura podría intentar contener el desorden generalizado, los torrentes de sangre que manarían, porque sangre y mucha sangre sería la que correría por doquier.

No se crea que la continuada animosidad que siembran el régimen, algunos congresistas y demás validos que, por zalamería interesada, le son más adictos, no hacen efecto perverso en la disposición siniestra de los patibularios. El gobierno juega con candela profundizando la división en que tiene sumida a la opinión pública que, en su inmensa mayoría, le es desafecta por razones potísimas que son por entero notorias. Dios no lo quiera que después pretendan la de Poncio Pilatos para lavarse las manos por los inocentes, si es que manos llegaren a quedar después de desatada la tormenta.

Está claro que el presidente Santos ha tenido y tiene por trompo puchador de sus propios fracasos y desastres a la figura señera del doctor Uribe y en ello estaría la responsabilidad adicional que sobre él recaería de acaecer aquel fatídico y mortal ataque.

Álvaro Uribe no es él, Álvaro Uribe somos las inmensas mayorías nacionales listas a responder al llamado a somatén, a la milicia, en abierta disposición de combatientes.

Así que es mejor, señores comunistas, que se olviden del atentado aleve, no sea que el efecto boomerang comience por ustedes mismos.

Tiro al aire: "Saber hablar con las personas, en la ocasión que sea y dónde sea, es otro de los secretos del éxito", Sansón Carrasco.