Albert Camus, un libertario moderno

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando en 1957 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura al escritor franco-argelino Albert Camus, se simbolizaba el rechazo a toda ideología que va contra la esencia humana. Al recibirlo, con 44 años ya tenía editadas importantes obras de gran hermosura literaria y enorme profundidad filosófica. Argelino de nacimiento, el 7 de noviembre de 1913 su natal Mondovi estaba bajo dominio francés.

Su padre, Lucien, era un colono galo, un "patanegra", que se defendía trabajando en labores agrícolas en campo ajeno. Catalina, su madre, de familia española pero nacida en Argelia, analfabeta y casi sorda, le enseñó el castellano y el catalán. Lucien, como muchos alsacianos, se refugió en el país norteafricano huyéndole a la guerra franco-prusiana. Un inicio de vida muy difícil al cual se le suma la muerte de Lucien como consecuencia de sus heridas en la famosa Batalla del Marne. Un inicio de vida muy difícil, signado por la migración huyéndole a la guerra, la pobreza y la muerte, lo cual marca para siempre su línea de pensamiento que plasmaría en sus obras, las que desde sus títulos anuncian su contenido. Albert, para la muerte de su padre, no completaba su primer año de vida.

En Argel, el joven Camus se inicia en la escolaridad de la mano de Louis Germain, quien lo alienta en la lectura, (a él le dedicaría el máximo premio) y de Jean Grenieren la filosofía, especialmente en Nietzsche. Con sólo 19 años de edad, Albert publica sus primeros textos en la Revista Sud; luego de terminar su bachillerato, obtiene su diploma de estudios superiores en letras, en la rama de filosofía, pero la tuberculosis le impide licenciarse. Reinicia sus actividades en las letras tres años después, fundando por esa época el Teatro del Trabajo. Más tarde, incursiona en la actividad periodística; su investigación "La miseria de la Kabylia", en la cual expone con detalle las miserables condiciones de vida de los pobres de Argelia, le significó la persecución por parte de las autoridades, impidiéndole conseguir trabajo. Como siempre, los absurdos personajes del poder creen que acallando al mensajero se oculta el mensaje; porque nunca, amigos, desaparece. Transcurría 1940, la Segunda Guerra Mundial comenzaba y Camus emigra a París para continuar en el periodismo en Paris- Soir. Además, se ocupa como lector de textos para la editorial francesa Gallimard y toma la dirección del periódico clandestino Combat ante la salida de Pascal Pía, quien se une a la resistencia armada francesa. Con dolor en el alma, los galos ven desfilar a la arrogante tropa nazi por Les Champs-Élysées con Hitler a la cabeza; la firma del armisticio, cerca de Compiègne, les daría a los alemanes 2/3 partes de Francia. Como un sombrío designio, el fantasma de la guerra persigue a Camus donde se encuentre.

En 1948, Europa estaba en la relativa paz de la postguerra, y Camus se inicia en la filosofía del anarquismo moderno, filosofía que pretende una sociedad "sin amo ni soberano", al decir de Proudhon. Desde las páginas de importantes diarios parisinos apoya las luchas libertarias en Alemania Oriental, Polonia y Hungría. Jean Paul Sartre afirmó de Camus que su rebeldía era puramente estética, por lo se enfrentaron sin que existiera realmente una ruptura pero sí distanciamiento. Su "Llamado a la tregua civil" pide el respeto incondicional a la población civil durante lucha independentista de los argelinos contra el invasor francés; conocía Camus de primera mano las condiciones de sus coterráneos, pero también amaba a Francia y su cultura. Su muerte en un accidente automovilístico el 4 de Enero de 1960, cerca de Le Petit-Villeblevin, fue motivo de especulaciones; su amigo Gallimard, el editorialista, conducía en una recta a velocidad prudente.

Sus obras y escritos estaban enfocados en su fe en el ideal libertario. La vida de Camus siempre transcurrió dentro de la tragedia; las guerras le señalaron que la idolatría de los líderes trae violencia pero al tiempo contienen la semilla de su propia destrucción: "El marxismo pereció, a causa de la deificación de Marx. En mi opinión, el pensamiento libertario no corre ese peligro", escribió en mayo de 1952 en respuesta a los artículos publicados por Gaston Leval en Le Libertarie. Rebelde y libertario, de pensamiento amplio, no fue existencialista como Ortega y Gasset, o Sartre; no creyó en adalides, y en sus palabras se reconoce la filosofía utópica del anarquismo que derivó de las luchas bélicas que debió sufrir. Deja importantes obras de interés: El extranjero, La peste, El exilio y el reino, El mito de Sísifo, El hombre rebelde y El revés y el derecho.

En un célebre discurso "El pan y la libertad" en Saint-Ètienne, 1953, dijo: "La libertad no es un regalo que se recibe de un Estado o de un jefe, sino un bien que se conquista a diario, gracias al esfuerzo de cada uno y la unión de todos". Por estos tiempos, viene bien repasar la obra del gran pensador francés.