No más mentiras sobre el agro

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Escrito por:

Andrés Londoño Botero

Andrés Londoño Botero

Columna: Bitácora del primer y cuarto cuadrante

e-mail: a.londono134@uniandes.edu.co



El agro colombiano sigue padeciendo de limitantes que se han quedado por fuera de los debates de política. Debido al cortoplacismo de quienes opinan y proponen políticas por salir del paso o beneficiar sólo a ciertos sectores, el sector se ha privado de beneficiarse de una visión a largo plazo que cobije a un mayor número de personas y actividades.

No es motivo de regocijo el hecho de que el agro esté creciendo artificialmente gracias a subsidios que alejan a las soluciones de largo plazo. Hacen falta políticas que ataquen los problemas estructurales del campo colombiano. Una manera de aumentar la productividad es por medio del arrendamiento de tierras, pues se les transferirían los terrenos a los productores más eficientes, aumentado la productividad y generando equidad producto de la mayor producción y de los ingresos que le dejaría a los propietarios y cultivadores.

No obstante, en Colombia, existen altos costos de transacción, además, la incertidumbre sobre los derechos de propiedad en la tierra generan obstáculos importantes al arrendamiento de terrenos. En los pocos casos en los que existe arrendamiento de tierras en Colombia, la informalidad predomina, debido a que sólo el 14% de los contratos de arrendamiento son formales.

En torno a los debates sobre el futuro del sector agropecuario también reinan los mitos. Hay quienes por la ceguera de su ideología promueven falsos problemas que aquejan al sector. El agro en Colombia no se ha abierto más a los mercados desde que iniciaron las firmas de los TLC, es más, actualmente, el grado de apertura es menor que en el 2002. Productos como el sorgo, maíz blanco y amarillo, frijol y arroz tienen horizontes de desgravación que superan los 10 años, los aranceles que impone nuestro país en estos productos oscilan entre el 20 y 80%. ¿Seguros que el problema del agro es producto de la apertura comercial?

Si bien existe asimetría en los precios de los fertilizantes producto del monopolio de la comercialización, nuestros campesinos están pocos capacitados para utilizar estas herramientas, generando gastos indebidos por su uso. Colombia es el segundo país en Latinoamérica que más utiliza fertilizantes por hectárea, no se confundan, esto no hace más productiva a la tierra.

El excesivo uso genera deficiencias que aumentan los gastos de producción por encima del óptimo. Colombia utiliza alrededor de cuatro veces más fertilizantes por hectárea que Perú y México, teniendo, nosotros, suelos similares o mejores. Luego, el problema no es solamente el precio de los insumos como algunos culebreros lo han querido mostrar.

Hace falta asistencia técnica y educación en el campo para generar mejores agricultores, también hace falta inversión en desarrollo e innovación, pues Colombia es uno de los países en la región que menos porcentaje del PIB le dedica a este rubro (0.6%).

Según Gáfaro, Ibáñez, Zarruk (2012) podríamos lograr que las personas que viven en el campo colombiano superen la línea de pobreza rural y urbana, si se avanzara en resolver los conflictos de propiedad en la tierra, generando títulos formales y facilitando el acceso a la tierra, así como logrando aumentar los años de educación de los campesinos.



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