La mujer colombiana

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



Porque me importa mucho mi país y también por mis actividades profesionales, toda mi vida he sido un estudioso de la situación de Colombia en sus diversas áreas y sectores, pero en especial de su violencia consuetudinaria: es inevitable en una nación signada por esta baja pasión.

Uno saca muchas y variadas conclusiones: causas, consecuencias, victimarios, víctimas, en fin. Pero entre toda esa caracterización de dificultades y lágrimas surge una protagonista: La mujer.

Colombia lleva más de 200 años a punto de perecer cada día en medio de un caos general. Sin embargo, luego de conocer numerosos hechos directa e indirectamente, concluyo que la mujer colombiana es quien no ha permitido que este país caiga del todo al abismo. Esa mujer colombiana, con un coraje, persistencia, responsabilidad y sentido común asombrosos, y siempre -quizá por eso su eficacia- con el amor, la ternura y la feminidad de frente.

El mejor retrato de esa mujer colombiana está expresado en ‘Cien años de soledad’ en cabeza de Úrsula Iguarán. No en vano semejante caos maravilloso de libro tiene en esta mujer su hilo conductor de principio a fin.

Ante hombres soñadores unos e inclinados enfermizamente a hacer la guerra otros, la mujer se ha echado este país al hombro manteniendo y defendiendo como fiera unos hogares y unas familias que algunos llaman "disfuncionales" precisamente y en gran medida por causa de la ausencia del hombre, ya sea por su cobarde e irresponsable abandono, por su muerte violenta como actor directo de los conflictos, como víctima inocente o por su falta, me perdonan, de berraquera para mantener la integridad moral y material de un hogar.

Pero lo más admirable de la mujer colombiana es que enfrenta su lucha cotidiana en medio de los más difíciles escollos, dados precisamente por su condición de mujer en un país machista donde el género femenino debe esforzarse tres o cuatro veces más para desempeñarse en todas las áreas, y donde es atropellada y victimizada muchas veces atrozmente en razón de ser lo que es: Mujer.

Colombia, en especial nosotros los hombres, no hemos dimensionado aún el trascendental papel que ha jugado y juega la mujer como soporte de la nación. Quizá precisamente porque es una labor callada, sin ánimo protagónico, y porque la cultura machista nacional opaca intencionalmente ese descomunal esfuerzo de la mujer.

Y son de todo tipo o condición: mujeres pobres y ricas; indígenas, afrodescendendientes o de cualquier etnia; de ciudades, pueblos o campos apartados; niñas, adolescentes, maduras o ancianas. Mujeres cultas, estudiadas y con altos cargos al igual que mujeres sin estudios y dedicadas a profesiones humildes. Todas, cada una en su ámbito y área, unas más sobresalientes que otras y otras más (mucho más) sufridas que unas, cargan a Colombia a cuestas en medio de la irresponsabilidad, arrogancia y prepotencia de nosotros los hombres.

Todo esto lo digo, repito, con conocimiento de causa, tanto en calidad de testigo y estudioso del país, como por haberme relacionado estrechamente en mi vida con la mujer como hijo, padre, hermano, esposo, nieto, amigo, compañero, subordinado y jefe. La vida me ha dado oportunidad de conocer a la mujer colombiana desde varias distancias y en todas sus facetas, y sin tapujos puedo afirmar algo usando ese mismo lenguaje machista: ¡La mujer colombiana es una macha!

Hoy no es el día de la mujer ni se conmemora alguna de esas fechas comerciales o dedicadas con sinceridad a la mujer de cualquier condición u oficio, pero es que la mujer colombiana no tiene días para que uno pueda hablar de su inmenso valor, pues al fin y al cabo ella tampoco cumple su papel en ciertos días o a ciertas horas: lo cumple siempre y sin descanso.

En los últimos meses hemos visto como se ha incrementado la violencia contra la mujer y a la par el caos de Colombia. Por un mejor país y por justicia con la mujer ¿no es hora de que los hombres sigamos su ejemplo?