Ridículas payasadas de un ex dictadorzuelo huérfano de poder

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



"Cuando el gobernante pierde la vergüenza, los gobernados le pierden el respeto." (Winston Churchill)

El avispero político se encuentra alborotado y desde las trincheras de la democracia, como simple observador y doliente de lo que ocurre en esta patria boba,

se siente uno entre asqueado y avergonzado al ver cómo se desarrollan los acontecimientos en medio del fragor de la ofensa y el irrespeto de los unos para con los otros y, lo que es peor, cómo ahora quienes en el pasado próximo se creían intocables y arrogantes respondía lo que les venía en gana, ahora se rasgan las vestiduras tratando de que se les escuche y como queriendo mostrarse como adalid de las necesidades de los muchos colombianos que ya no saben a quien acudir para que les restituyan ese valor que le ha sido rapado lentamente por los gobiernos de turno, y, obviamente, de la mano de esos falsos mesías que hoy quieren venderse como los restauradores de la moral y la ética, sin un ápice de vergüenza o, pensarán ellos, como aquí todos somos una caterva de ignorantes que no nos damos cuenta de nada, entonces enarbolarán sus banderas de arquitectos para dar inicio a la reconstrucción de una nueva patria, la misma que ellos se encargaron de destruir a su antojo.

Durante varios días el país estuvo en vilo porque el ex emperador…cito haría pública su decisión de aspirar al Congreso, en el entendido que si él no está en la arena política, entonces el país se descuaderna y patina porque sólo él es capaz de encauzar a esta bananas repúblicas por el sendero de la prosperidad y la inversión social del capital extranjero, amén de lograr una exclusiva seguridad democrática que hará volver a este pueblo un remanso de paz y tranquilidad como el que eufemísticamente se vivió bajo su dictadura, en donde no había violencia ni nada de eso porque todos los gérmenes de violencia estaban adormecidos por culpa de su férrea decisión de enfrentarlos y, -válgame Dios-, insisten ellos, acabaron y destruyeron de tal forma que aún no se explica uno cómo es posible que hayan retoñado si su ex alteza real había acabado con todos.

Llegado el día y con los medios de comunicación doblegados esperando el trascendental anuncio, se dio el momento y el 6 de los andes esputó su decisión y dio a conocer un listado de prohombres y mujeres de la patria que serán los encargados de restablecer el brillo inmaculado al desprestigiado Congreso de la República, encabezándolo él mismo y seguido de una pléyade de nombres que, a duras penas, los conocen en su casa y uno que otro descarrilado políticamente que dará de qué hablar en el discurrir de la campaña, logrando atrincherarse en la plaza pública antes de que sean capturados para que respondan por tantos desafueros cometidos y que ellos creen haberse olvidado, pero que, como en la famosa canción de José Alfredo Jiménez, no hay que llegar primero, sino hay que saber llegar y es allí en el cogollo de la trepada política, en donde más de uno de ellos se estrellarán contra la cruda realidad y habrá de terminar con sus bártulos y alforjas en la cárcel, a buen recaudo y respondiendo por ese período oscuro y salpicado de corruptela y cleptocracia que vivió el país cuando sucumbió ante su poderío.

Luego de publicadas las listas a Senado y Cámara y con el plus de que ahora el partido lleva su nombre, el pobre narciso saldrá a la plaza pública para enfrentarse en el polvorín a pelear a voto limpio con sus propuestas ridículas que solamente producen hilaridad entre la gente sensata que no entiende cómo un hombre que ostentó la más alta dignidad del Estado ha descendido hasta las mismas profundidades del averno político para querer disimular su pésima administración democrática y sin contemplaciones ni miramientos se enciende a trino limpio con todo aquel que no comulgue con sus posiciones totalitaristas y dictatoriales, quedando entre todos la sensación de que en las urnas se le puede y debe dar una soberana muenda para que aprenda a respetar la democracia y se convenza, de una vez por todas, que el pueblo no repetirá esos aciagos días en los que él, con su tonito y ridículo acento y habladito melifluo e imperial se creía el capataz de una finca llamada Colombia, porque ahora el pueblo está dispuesto a mandarlo a freír espárragos y darle su merecido, que no será otra cosa distinta a arrinconarlo políticamente a nivel nacional para que la justicia transnacional venga por él y lo ponga a buen recaudo y responda por tantas atrocidades y arbitrariedades cometidas.