México y las reformas políticas

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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



Hay principios que los tomadores de decisión no pueden pasar por alto, porque son tan básicos que omitirlos pone en riesgo la estabilidad del país. Sin embargo, ante la emoción de ser un nuevo gobierno se cometen errores que reflejan la falta de experiencia de un equipo que, si bien gobernó al Estado más poblado del país, no concentra la complejidad que es lidiar con toda una nación plural, diversa, e inmensa en intereses.

En una entidad federativa el ejecutivo es amo y señor del poder, pues ejerce una especie de "presiden-cialismo" local que le permite dominar al legislativo y al judicial, pero que también lo convierte en el gran "líder moral" de su partido político, de forma que este mecanismo de control le garantiza que sus decisiones sean vinculantes y que sus iniciativas cuenten con el apoyo popular.

Nos queda claro que el actual gobierno de la República, ante los ojos de la sociedad, ha cometido errores en sus primeros meses de gobierno, para muchos de forma inconsciente, pero para otros cada movimiento ha tenido un singular propósito que intencionalmente ha sido planeado esperando una reacción popular que permita mostrar y legitimar el músculo del Estado.

A la fecha, cada acción de esta administración ha venido acompañada de una omisión a cuatro principios sustanciales, los cuales enunciáremos a continuación:

1. El gobierno deber ser en esencia administración, implica llegar a resultados a corto, mediano y largo plazo, para tener la posibilidad de presentarlos y generar certidumbre. El primer Informe de Gobierno y sus pobres resultados tangibles nos demuestra la falta de una perspectiva administrativa, donde apremiaron los acuerdos políticos, frente a una carencia de logros, que se demuestra en el subejercicio del gasto, elemento que por supuesto ha afectado el crecimiento del PIB, bajando las expectativas a un 1.8%, un incremento que impedirá "transformar a México".

2. La virtud del cálculo: a toda acción corresponde una reacción, de la misma intensidad. En política esta regla se cumple con distinta forma y es un tema que no han entendido las elites políticas, aquello podemos ilustrarlo con un ejemplo práctico, con la reforma educativa, una iniciativa que era predecible que generaría una serie de manifestaciones que afectarían a la capital del país y que culminaría con el uso de la fuerza del Estado.

En este tenor, se pudieron tomar medidas preventivas como identificar las fuentes de posible financiamiento de la CNTE, o en su defecto instituir una normativa que impida que la manifestación de unos afecte a una inmensa mayoría. La peor derrota para el Gobierno de la República en el tema la podremos ver en Michoacán, donde los docentes han apostado por cambiar el sentido de la educación, privilegiando los acuerdos con los padres de familia para dejar de lado el modelo educativo oficial, un golpe de conciencia más certero que la simple movilización que sólo afecta los intereses políticos.

3. El razonamiento del Estado: el papel primordial de los gobiernos es generar los escenarios de oportunidad donde puedan desarrollarse los individuos en libertad y justicia. En este orden de ideas, el Estado debe tener un razonamiento que atienda este principio, debe transformarse para ganar y asegurar su capacidad como generador de escenarios, no debe en ningún momento perder frente a terceros, porque ello le impedirá ser un agente de cambio imprescindible.

El ejemplo que puede hacer tangible la idea anterior lo ubicamos en la iniciativa de Reforma Energética, la cual, en materia de hidrocarburos, no toca el problema de Pemex, que es en el fondo la estructura de toma de decisiones (sindicato), ni se enfoca en el grave problema fiscal de la paraestatal, sino que se centra en hacer más exploraciones, compartiendo las ganancias por la extracción de crudo.

Esta es una gran contradicción, porque de acuerdo con los propios datos de Gobierno de la República la venta de petróleo es una actividad realmente atractiva, con amplias ganancias para Pemex: "Extraer un barril de petróleo hoy en día nos cuesta $5.6 dólares y lo vendemos en alrededor de $100 dólares; es decir, tenemos una ganancia que ronda los $95 dólares por cada barril de petróleo que extraemos y vendemos", esto es sin duda sinónimo de productividad; o sea que por dólar invertido hay una ganancia de poco más de 17 dólares ¿Por qué compartir ganancias en el orden de 1 a 17 USD? El razonamiento de Estado nos dice que la reforma tendría que ir en el sentido de cambiar la estructura decisoria de la paraestatal, así como el régimen fiscal que condena a Pemex a dejar de invertir en su modernización. ¿Vender gasolina?, Para qué si de acuerdo con datos oficiales "la ganancia de vender gasolinas es solamente de $1.2 dólares por barril de petróleo refinado".

El último principio es el pragmatismo, esto significa, actuar de acuerdo a las oportunidades y beneficios que el gobierno encuentre derivado del contexto nacional e internacional. En este orden de ideas tomemos como ejemplo la polémica Reforma Hacendaria, la cual le pega directamente en los bolsillos de la clase media y la clase alta (en todos los niveles de su desagregación), cargando el incremento presupuestal a quienes cumplen con sus obligaciones fiscales, en vez de ampliar la base tributaria y eficientar la estructura burocrática del país. ¿Por qué es errónea la visión "pragmática" de la actual administración? Porque está en contra de una clase social que lo ha estado apoyando desde el inicio de su gestión; los empresarios. ¿A qué juega el ejecutivo nacional? ¿A perder a todos los aliados que tiene? ¿A volverse impredecible? ¿A matar las certezas?

Esta es una crítica construida sobre la base de los argumentos y la propuesta, léase como una preocupación que comparten miles de mexicanos, al final de cuentas, a todos nos conviene que nuestro país avance, que se transforme, que se anteponga el interés nacional sobre los intereses de grupo, buscamos certezas independientemente del modelo económico que se decida aplicar, queremos que todas las reformas se planeen, se discutan, se enriquezcan y se piensen con un razonamiento de Estado, y no con una intención meramente política.