Pueblo de resistencia y sufrimiento

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



La República de Siria, país del oriente de Arabia, fronterizo con Turquía, Irak, Israel, Jordania y el Líbano, a pesar de su pequeña extensión, no más de 185.000 kilómetros cuadrados, es grande en problemas y ha sido una población hoy de 20 millones de habitantes que le ha tocado padecer y sigue padeciendo toda clase de vejámenes, ignominias, persecuciones y sacrificios, primero como provincia que fue del Imperio Romano, luego bajo el Imperio Bizantino y también estando dominados por los ingleses y franceses.

Desde 1946 en su condición de Estado independiente se ha caracterizado por sus múltiples golpes de Estado. Han sido gobernados por los militares y ahora regímenes dictatoriales, a partir del momento en que comienza a gobernar desde 1963 el partido árabe socialista. Pero desde 1970 entra al escenario político la familia del actual presidente Al Assad, pues quien rigió los destinos desde 1970 hasta el 2000, cuando murió fue el padre del mandatario actual.

Hoy por hoy es una República unitaria semipresi-dencialista, cuyo Jefe de Estado posee todos los poderes. Nombra y destituye los Vicepresidentes, los Ministros y el Primer Ministro. Es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. El idioma es el árabe y la mayoría de sus habitantes son islamitas, predominando el sunismo, sin embargo los chiitas se hacen sentir. Existen aun muchos refugiados palestinos.

Su posición es estratégica entre Medio Oriente y Europa y los derechos de paso del petróleo foráneo por sus oleoductos, le genera importantes ingresos. A partir del apoyo político y militar del líder árabe Nasser, creador del panarabismo ha contado con el respaldo integral de la Unión Soviética.

El mandatario de ahora Al Assad se eligió en una refrendación del gobierno de su padre con una candidatura única con el 94.6% de participación y 99.7% de acompañamiento popular. Desde luego estas unanimidades de esa naturaleza hay que ponerlas en tela de juicio, dado que son características de los gobiernos represivos, autoritarios y antidemocráticos como es el del existente dictador sirio.

La circunstancia de guerra civil se palpa tan pronto como la primavera árabe afloró en el Oriente. En varios países árabes entre otros Túnez, Egipto, Libia y Bahréin se produjeron protestas simultáneas. Pero la contienda más protuberante es en Siria. Son más de 100.000 muertos y más de 2´000.000 de refugiados, es sin duda uno de los conflictos más sangrientos y brutales y de las peores crisis sociales, políticas y económicas de este siglo.

Las pérdidas registradas en el sector público sobrepasan los 15.000 millones de dólares, equivalentes al 40% del PIB. El daño total de su economía se calcula en cerca de US$80.000 millones, es decir el mayor desgaste financiero en toda su historia.

Con los bombardeos particularmente del gobierno se han derrumbado 9.000 edificios, se han arrasado barrios enteros, se ha acabado con la infraestructura y con la base manufacturera y se han cometido atrocidades de todo tipo. Los crímenes de guerra han sido de los dos bandos, la tortura se aprecia ostensiblemente, al igual que el reclutamiento de menores. El éxodo masivo lo están recibiendo los países vecinos, especialmente Turquía, Jordania y el Líbano.

Al Assad se enfrenta no solo a la oposición que crece todos los días sino a la Unión Europea, los Estados Unidos, la ONU y la Liga Árabe. Su gran aliado es la Unión Soviética, que construyó durante la guerra fría una base militar en territorio sirio. Con el paso del tiempo la rebelión es contra el Presidente, el objetivo es el derrocamiento de su gobierno. Se reclama libertad, democracia y respeto de los derechos humanos.

Al lado del gobierno Sirio fuera de Rusia, están Irán y China y los grupos extremistas libaneses de Hezbolá. En América Latina Venezuela, Cuba y Nicaragua manifiestan su solidaridad con Al Assad.

El hecho que desencadenó el repudio mundial al régimen de Al Assad, fue el bombardeo con gases sobre un barrio de Damasco, que aniquiló 1.000 personas. En este momento todas las casas se encuentran vacías, no aparecen ni los ladrones. Ahí se originó la guerra verbal y retórica entre Obama y Putin.

El presidente Obama envió dos destructores y declaró que estaba dispuesto a bombardear, pero hubo un rechazo al ataque del 60% de los americanos. Sin embargo para dilatar le pasó la pelota al Congreso al solicitarle permiso para el bombardeo.

Al mismo tiempo estaba buscando el espaldarazo de los europeos y tan solo Francia se pronunció a favor. No hubo eco ni siquiera en Gran Bretaña toda vez que el parlamento no estuvo de acuerdo con la ofensiva militar. Entretanto el Secretario de Estado de los Estados Unidos John Kerry por iniciativa propia o como una estrategia de escapatoria coordinada con el presidente Obama expresó que si Al Assad entregaba sus armas químicas se evitaría el ataque.

Inmediatamente el Canciller Ruso Sergei Lavrov se apropió de la idea y dijo que Siria debería entregar las armas químicas a una comisión internacional y que el gobierno Sirio estaba listo para colaborar. Ahí terminó todo, Al Assad se salvó del bombardeo, Obama de esa manera tuvo una salida honorable y en ese pulso diplomático el gran ganador indiscutiblemente fue el Kremlin y Putin.

Putin demostró liderazgo, poder y manejo de una estrategia y Obama por el contrario debilidad, indecisión e improvisación.