El ingenioso desea cambiar el mundo

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Escrito por:

Franco Nazatte Martínez

Franco Nazatte Martínez

Columna: Comercio Exterior

e-mail: frana.mar@hotmail.com



"El interés propio", estas palabras fueron expresadas, hace más de doscientos años, por el padre de la economía Adam Smith, es el motivador de los ingeniosos.

Frecuentemente se ha interpretado esta idea a lo largo del tiempo, que el interés propio es fundamental para los ingeniosos, los lleva a asumir grandes riesgos y permite que el mercado funcione de una manera coordinada a través de mecanismos que operan de una manera natural y automática.

Joel Curtzman, hace algunos años efectuó un estudió con más de 700 ingeniosos alrededor del mundo, cuya intención consistía en poder obtener un superior intelecto en cuanto a sus incentivos y motivadores.

El estudio se agrupó en aquellos países que cuentan con una historia destacada en cuanto a la fundación de compañías. Primordialmente, fueron los siguientes países: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Escandinavia e Israel.

En dicho estudio, se encontró uno de los descubrimientos más interesantes de este estudio consistió, en que no reportó la existencia de un solo ingenioso, cuyo principal y único propósito era el dinero.

Además, el estudio sugiere que no fue el dinero el motivo fundamental, sino el optimismo de cada uno. Por el cual los ingeniosos asumieron estos riesgos y compromisos para adelantar una buena gestión.

Por ejemplo, una cantidad ingeniosos declararon que había asumido los riesgos y esfuerzos de empezar un negocio con el propósito de probar una idea en la que creían.

Estos querían demostrarles al mundo que su producto era superior a cualquier otro que existía en el mercado, que habían encontrado una solución que no se le había ocurrido a nadie más hasta este momento y que su modelo de negocio, a pesar de todas las dificultades, podían ser exitosos.

Ahora bien, las personas ingeniosas siempre quieren que las cosas cambien en el mundo.

Ellos consideran que lo que hacen es importante, diferente y que tienen el potencial de crear un mundo mejor como consecuencia de su esfuerzo.

El interés propio podía mover el mundo de los negocios.

No obstante, lo que sugiere Adam Smith, es que el interés propio debe ser interpretado de una manera más amplia. Al igual que nuestros tiempos, los empresarios, que probablemente conocieron la teoría de Adam Smith querían crear algo novedoso e importante, que trascendiera y permaneciera en el mundo.

El mejor ejemplo de esta filosofía de lo ingeniosos está representado por aquellos que decidieron regresar a las empresas que fundaron cuando estas entraron en dificultades.

Todos estos ingeniosos ya eran millonarios antes de su regreso y volvieron porque querían, que las empresas que habían creado siguieran existiendo y alcanzaran el mejor potencial, prometido desde su fundación.

Y qué decir de aquellos que a pesar de sus éxitos continuos no se detienen en la búsqueda de nuevas creaciones.

Por ejemplo, Richard Branson, quien siendo muy exitoso en la industria de las aerolíneas y las telecomunicaciones no se detiene frente a su nueva obsesión: Viajes espaciales para no astronautas. La confianza en sí mismo es uno de los rasgos definitivos de de los ingeniosos para alcanzar grandes éxitos.

Para seguir adelante debemos comprender, que el interés propio no es lo mismo que la avaricia, el egoísmo y la ambición desmedida. Por lo tanto, los empresarios sabios crean sus compañías por motivos que trascienden de ellos mismos y sin ninguna ambición.