María Luisa Landín y un bolero inmortal

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Así como se habla de 'música para planchar', en alusión a las canciones que tarareaban muchas mujeres, décadas atrás, mientras desbarataban las arrugas de la ropa con un hierro caliente que dejaban deslizar sobre unos vestidos ligeramente humedecidos, ahora habría que llamar 'canciones del ayer', 'música del recuerdo' o algo parecido, a las melodías que escuchábamos cuando ni siquiera sabíamos leer. Eran las tías y primas mayores quienes trataban de emular a las cantantes del momento. Por eso tenemos en la memoria a famosas intérpretes. Y de ellas, en lugar preferencial a María Luisa Landín.

¡Qué lejos en el recuerdo está el bolero 'Amor perdido'! La última de mis tías, recientemente fallecida, hacía lo imposible por imitar a María Luisa Landín. Pero no solo a ella; también incluía en su repertorio canciones como 'Humo en los ojos', 'Hilos de plata' y otras notas musicales que pertenecen a la nostalgia. Ahora me pregunto qué emociones producían esas melodías en los familiares que sirvieron de enlace para conectarnos con la magia centenaria del bolero. No era María Luisa Landín la única que aportaba su voz en aquellos tiempos; pero a ella, y solo a ella, está dedicada mi columna de este viernes.

Nació el 9 de octubre de 1921 en Ciudad de México. Con su hermana Avelina, cinco años mayor que ella, formó en 1936 el dueto 'Pirita y Jade' (minerales preciosos); después combinaron sus nombres y se hicieron llamar 'Mari-Lina', para quedar más tarde como 'Las hermanas Landín'. El nombre de María Luisa Landín se asocia indisolublemente con el bolero 'Amor perdido', del compositor portorriqueño Pedro Flores. Pero lo mismo podría ocurrir cuando escuchamos 'Hay que saber perder', del mexicano Abel Domínguez, 'Somos diferentes', 'Dos almas' o 'Mi último refugio', para no citar 'Canción del alma', de Rafael Hernández. Entre los años cuarenta y sesenta esta cantante estableció marcas en venta de discos y realizó numerosas giras por el continente americano. En estas salidas al exterior el público constantemente le solicitó la interpretación de temas como 'Aunque tengas razón', 'Miseria', 'Otra aventura más', 'Será por eso' y 'Nosotros'. Para esa época ya se la conocía como "la voz que llega al corazón" y "La voz del alma".

Tras la exitosa vida artística de María Luisa Landín queda en el recuerdo, por sobre todos los temas mencionados, la canción 'Amor perdido'. Con el mismo título se filmó una película en la cual María Luisa alternó con el actor Tito Junco, la rumbera cubana Amalia Aguilar y la famosa cantante María Victoria. Pero la importancia de ese famoso bolero no se detiene ahí: el autor mexicano Carlos Monsiváis, fallecido en 2010, escribió el libro 'Amor perdido', dedicado a María Luisa Landín.

Como epígrafe transcribió el texto completo del consabido bolero. Además de ese género musical María Luisa Landín cultivó la canción mariachi y la balada romántica. Después de 'Las mañanitas', del portorriqueño Rafael Hernández, la canción más interpretada en la radiodifusión mexicana, en todos los tiempos, es 'Amor perdido'. Los boleros interpretados por esta cantante son la esencia del cabaret; por eso se ha dicho que "no hay música más deliciosamente cabaretera que las canciones de María Luisa Landín".

En cuanto a su vida por fuera del espectáculo, la famosa diosa del bolero se casó tres veces. Su segundo matrimonio, con el poeta y periodista barranquillero Juan Eugenio Cañavera, fue un rotundo fracaso. Tuvo una hija, Graciela Ibáñez Landín, fruto de su primera unión marital. La artista se retiró del canto a finales de los años ochenta.

Aunque parezca extraño, nunca grabó canciones de Agustín Lara, pero las interpretó en salones y presentaciones privadas. Actualmente está radicada en Ciudad de México.



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