El clóset

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra clóset como "armario empotrado". Sobre la expresión "armario" dice el mismo diccionario: "Mueble con puertas y anaqueles o perchas para guardar ropa y otros objetos". El "clóset" cada vez se pone más de moda, y no propiamente por su uso, sino más bien porque se está dejando de usar como tal.

La esencia y el misterio de un clóset son las puertas que al permanecer cerradas impiden que tanto las visitas como quienes viven en la casa vean lo que hay adentro guardado o escondido. Dentro del clóset están la conciencia o la vida privada de cada cual y eso está bien mientras se trate de actos o estados personales cuya materialización no haga daño a los demás y no sea ilegal o antiética.

El clóset es la metáfora de la intimidad: inviolable, "sagrada", respetable y oculta a no ser que voluntariamente se quiera mostrar a la luz pública "saliéndose del clóset" o dejando ver pasivamente lo que hay adentro.

Quizás ese uso de la expresión viene del viejo chiste del esposo que encontró en el clóset de la alcoba matrimonial el esqueleto de un viejo amante de su mujer. Luego el concepto evolucionó hacia todo lo que se quiere esconder de la sociedad, como el caso de los gais cuya categoría sexual se ocultaba dentro del clóset con muy contadas excepciones. Todavía hoy se esconde, pero mucho menos ante una sociedad cada vez más abierta o a fuerza de una mayor y respetable militancia de los homosexuales; ambas cosas seguramente.

Sin embargo, hoy ya hablamos de un "clóset igualitario". En él se guardan u ocultan todo tipo de condiciones, estados o conductas, no solo sexuales, sino también políticas, clasistas, patológicas, delictivas, sentimentales, racistas, sectarias y de cualquier tipo. Hace poco el Procurador invitó a los simpatizantes de las Farc a salirse del clóset…

Esos nuevos "esqueletos" se pueden salir del clóset voluntariamente u obligados lícita o abusivamente por terceros, así sea con vaselina. Y uno se pregunta cuánta gente en Colombia está en el clóset o realiza ciertas conductas en dicho lugar, en virtud de hipocresía, impunidad, doble juego, combinación de formas de lucha o estrategia.

Los encargados de abrir el clóset, esculcarlo y sacar la ropa son la Fiscalía y los órganos de control de todo tipo secundados por el aparato judicial y policivo del Estado, aunque hay casos en que esa salida es voluntaria por medio de confesiones muchas veces acompañadas de renuncias o denuncias, caso este en el cual los denunciantes toman el indeseado apelativo de sapos, aunque jurídicamente se llama principio de oportunidad.

Ya las noticias que hablan de algún personaje que se sale del clóset y confiesa su homosexualidad no pasan de ser notas de farándula que solo interesan a los ávidos de ese periodismo morboso que poco a poco pierde su demanda comercial.

Además, son salidas de clóset intrascendentes e inocuas frente a otras que sí son graves y afectan a la sociedad, sean voluntarias o descubiertas por la prensa o los funcionarios el Estado encargados de la función de abrir puertas de clósets, destapar ollas, levantar tapetes o prender ventiladores.

Por ejemplo, mientras eran admirados en cocteles y portadas de revistas como hábiles ejecutivos, buenos muchachos o promesas políticas, en el clóset estaban los señores de Interbolsa, los Nules y los Moreno Rojas entre muchos otros. También los parapolíticos y ahora los bacrimpolíticos.

Parte clave de las soluciones a las injusticias, corrupción, belicismo, moho y a los malos olores que expele la sociedad colombiana está en abrir todos los clósets posibles y en que se salgan o saquen los esqueletos. Y aunque no sabemos cuántos son los que aún permanecen adentro, no se puede negar que en Colombia, con la determinante ayuda de la prensa, vivimos un sano momento de salidas y aperturas de clósets.