A llorar sobre la leche derramada

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Lafaurie Rivera

José Lafaurie Rivera

Columnista Invitado

e-mail: jflafaurie@yahoo.com

Twitter: @jflafaurie



En el momento más crítico para la ganadería, con una inflexión negativa nunca antes sentida y sin instrumentos de reconversión productiva, se puso en vigor el TLC con la Unión Europea. Será el responsable de la quiebra de los primeros 40.000 productores, de muchos más que se sumarán, a medida que se profundice el efecto agregado de todos los acuerdos suscritos.

No acabamos de recoger los pedazos que dejó el remezón inicial del TLC con Estados Unidos, cuando ya debemos enfrentar el más lesivo de los tratados. ¡Sálvese quien pueda! Es el mensaje a las 390 mil familias productoras de leche y a los 600 mil campesinos que emplean. Al parecer a nadie importa su suerte, ni lo que representan en la construcción y mantenimiento del precario tejido social rural.

Honradamente, nos quedamos cortos en los cálculos sobre la velocidad con que se propagaría el desastre económico y social sobre el sector. O acaso alguien puede explicar ¿cómo vamos a competir con la UE, mayor productor y exportador de lácteos, que más subsidia a sus lecheros? Si no estábamos listos cuando se negoció -y lo advertimos-, ni en enero -cuando se frenó su "aplicación provisional"-, lamentablemente tampoco lo estamos ahora.

Si existe un consenso, es sobre la fragilidad de los productores nacionales de cara a los nuevos socios. Pero no sólo se desconoció esta realidad, sino la del mercado interno, en donde el eslabón primario -que produce más de 6.400 millones de litros/año-, ya cargaba con asimetrías frente a los industriales, que acopian y procesan menos del 50%.

Ahora, sin las mínimas condiciones y en el peor de los mundos, los vaticinios son funestos para las regiones ganaderas de Antioquia, Quindío, Caldas, Valle, Risaralda, Nariño, la Costa Norte, Tolima, Cauca o Huila, en donde se concentra el 42% del hato, en su mayoría de pequeños y medianos productores. ¿Cómo evitar su ruina, cuando el precio por litro de leche cayó más del 12% el último año, mientras los costos de producción aumentaron 18%? O ¿Cómo justificar que en muchas regiones, se dejó de comprar la leche o se impusieron restricciones de acopio a determinados días, por cuenta de las importaciones?

La situación es crítica. Las importaciones, vía TLC, de Estados Unidos, Chile, Mercosur y CAN, principalmente, inyectaron 33.097 Ton de lácteos en 2012. Un 125% más que en 2011 y 3 veces más que el promedio del último lustro. Sólo las importaciones de leche en polvo aumentaron 177% y las de lactosueros y quesos 57% y 60%, respectivamente. Entre tanto, Colombia apenas exportó 1.477 Ton, con una caída de 28% frente a 2011.

Para 2013 esta balanza comercial negativa se profundizará por el TLC con la UE. Se espera que ingresen 36.561 Ton. USA, Mercosur, México y la UE tendrán la prerrogativa en leche en polvo, descremada y entera con 20.476 Ton. Ello bajo el supuesto de que las autoridades podrán controlar los cupos. Una premisa en entredicho, pues entre 2011-2012 entraron 5.227 ton. de Argentina, adicionales a las permitidas con arancel preferencial, sin que la Dian lo notara. No contamos, además, que tendremos libre comercio con Chile y que los lactosueros y leches líquidas de USA ya tienen cero aranceles.

Aunque este semestre la industria ha echado mano de sus inventarios de leche en polvo, para paliar los altos precios internacionales -ocasionados por el verano en Nueva Zelanda y Australia-, es previsible que en la segunda parte del año volvamos a la dinámica de importaciones, de la que ya no podremos salir. Sin Conpes lechero, sin normas fitosanitarias, con una anémica ejecución del gasto público, inundados de leche, con una demanda deprimida y un creciente contrabando, es poco lo que podemos hacer los productores. Bien dicen que para cazar al lobo, hay que parecerse al lobo, pero la negligencia institucional apenas dio para dejar al sector en condición de presa. Abandono e indiferencia, mezcla explosiva para la protesta legítima.