Natalicio del Libertador

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Hace dos siglos y tres lustros, en un 24 de Julio nació en Caracas Venezuela Simón Bolívar el Libertador de Suramérica, toda vez que su noble causa era la libertad americana.

Por eso él afirmaba "para nosotros la patria es la América; nuestros enemigos los españoles; nuestra enseña la independencia y la libertad." Pero son cinco Repúblicas, en las cuales su participación fue definitiva para lograr la liberación y emancipación de pueblos que lo admiran, respetan y veneran, cuales son Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Ya el año pasado en esta misma columna, me había referido a su niñez, justamente poniendo de relieve, el hecho de que desde muy joven dejaba translucir su derrotero de libertad personal, independencia e individualismo, cuando manifestaba a españoles y familiares "Si a los esclavos los dejan escoger su amo, por lo menos en su caso deberían dejarlo vivir donde a él le gustaba". Más adelante sostuvo en su pensamiento sobre la libertad que "es el único objeto digno del sacrificio de la vida de los hombres. No simplemente la libertad del absolutismo sino la libertad del poder colonial"

En la historia no de América sino del mundo, Bolívar ocupa un lugar prominente y privilegiado. Es uno de los grandes entre los grandes. Su liderazgo es sin par. Sus dotes militares hacían de él que fuese quien mejor concebía la estrategia operacional y además su ejecución en la batalla siempre era impecable y acertada. Aprendía de sus errores y de los ajenos en materia de la confrontación bélica. Por su espíritu guerrero y de combatiente, por su ingenio, temperamento y voluntad inquebrantable se le consideraba el genio de los estrategas. El mismo se denominaba el hombre de las dificultades, así se lo dijo a Santander el Hombre de las Leyes en una de las varias cartas que le envió.

Como escritor ahí están sus cartas, proclamas, discursos escritos y documentos que nos muestran su profundidad política y humana, independientemente de su fina prosa. Su capacidad oratoria originaba el entusiasmo de la gente que lo oía. Su ilustración le permitía entender los problemas y darles la solución adecuada. Su carisma no solo se reflejaba con el vulgo sino que en las sociedades más cultas, verbigracia Europa brillaba y por ello era respetado y respetable.

Tenía una enorme solvencia y facilidad en el manejo de las relaciones con sus subalternos, con la nobleza o las personas de alta alcurnia. Se sentía bien con un Marqués o un personaje de la realeza como con aquél campesino lancero soldado que lo acompañaba en sus escaramuzas de combate. Era un relacionista por naturaleza, un conversador agradable y un expositor de mucha valía.

En los salones del viejo continente, exhibió las enseñanzas de su primera esposa María Teresa del Toro de un buen número de pasos de baile. Dado que era un excelente bailarín, lógicamente era codiciado por todas las esa época de su estadía en Europa, aún no tenía grado, más su don de gentes, su caballerosidad, su elegancia, su fluidez verbal y habilidad de adaptación a todos los ambientes y circunstancias le abrían el paso en todas partes y se constituía en el centro de atención de las reuniones sociales.

Como su pasión por el amor lo entretenía tanto, la muerte temprana de María Teresa, a quien amó con el alma y el corazón, le produjo un fuerte impacto y prometió no volverse a casar. Su vida cambió radicalmente y al lado de las mujeres que siempre en todos los lugares fueron su compañía y motivación, empezó a interesarse por la política y encontró que ella le palpitaba y le generaba una atracción tan especial como la del sexo femenino y se metió de lleno en el manejo de la cosa pública.

Ese segundo regreso a Europa con ocasión de la muerte de su gran amor, precisamente le sirvió para adquirir mayores experiencias, madurar, observar y estructurarse más. Como a su vez era tan consagrado al estudio y a la lectura, adquirió allí una valiosa formación académica e intelectual.

Sus ideales claros y públicos, sus temas cruciales y fundamento de la revolución, fueron la liberación de los pueblos y su igualdad, pues esta última en su criterio era un derecho y un objetivo en el proyecto bolivariano.

El juramento en Roma en agosto 15 de 1805, lo cumplió a cabalidad, por cuanto allí en su parte final expresó: "Juro delante de usted, juro por el Dios de sus padres, juro por ellos, juro por su honor y juro por mi Patria que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.

En su última proclama el 10 de diciembre de 1830 nos hace ver su grandeza como excelso estadista y patriota. Estas sus postreras palabras: "Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro".