Ese morro que luce celoso…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando Rodrigo de Bastidas llegó por primera vez a la bahía de Santa Marta, venía respaldado con un permiso expedido en 1500 por el Rey de España para viajar por su cuenta y riesgo hacia el "Nuevo Mundo". El monarca invitaba a sus súbditos a recorrer éstas tierras, erigir plazas y poblarlas.

Las naves Antón y Santa María de Gracia zarparon de España en enero de 1502, navegadas por sevillanos y vascos principalmente, y comandadas por Bastidas y Juan de la Cosa, quienes habían acompañado a Colón en su segundo viaje a éstas tierras.

Bastidas siguió la ruta que Alonso de Ojeda había recorrido en1498. Pudo ser la Sierra Nevada un guía majestuosa que lo orientó el 23 de septiembre de 1502 hacia la hermosa bahía de clima fresco, ríos de abundantes aguas, mar sereno, morro guardián y copiosas provisiones para los navegantes. El sacerdote Juan Rodríguez, acompañante de Bastidas, realiza la primera misa. El embrujo fue inmediato y Bastidas se propuso regresar. Se cree que el nombre con el cual bautizó a la ciudad se deba a la santamujer que hospedó a Jesucristo en Betania.

Carlos I de España le otorgó a Bastidas la Gobernación de la Provincia de Santa Marta (que iba del Cabo de la Vela a la desembocadura del Río Grande de la Magdalena) el 22 de diciembre de 1521; el 6 de noviembre de 1524 fue nombrado capitán vitalicio y adelantado del Puerto de Santa Marta, y se le concede autorización para "poblar la provincia y el puerto".

La ceremonia de fundación de Santa Marta incluyó la quema de las naves, para evitar el regreso de los primeros habitantes españoles. El fraile Diego de Peñas bendijo el lugar y funda la primera iglesia con madera y barro, y se erigen las primeras casas techadas con palmas, empezando así la colonización de la hidalga ciudad, que tuvo también al primer obispo de éstos territorios, Juan Fernández de Angulo.

No fue tan idílica la colonización de Santa Marta como nos contaron en las clases de Historia Patria. Un manuscrito de 1550 dice literalmente, en español antiguo: "Santa Marta es tierra que la xente della es la más vilicosa que ay en todas las indias pelean con frechas con yerva quen yriendo al cristiano dura muy poco" (sic).

La rebeldía de los tayrona no sólo se debió a la presencia de los extraños invasores, sino a que el Consejo de Indias, en 1504, en cabeza del Obispo de Osma, condenó a los habitantes de Santa Marta a la esclavitud, y los invasores querían imponer esa ordenanza a rajatabla. ¡Esclavos antes de ser colonizados! Claro que no se iban a dejar…

Además de Bastidas, antes de la fundación oficial de Santa Marta, llegaron a Gaira Rodrigo Hernández de Colmenares en 1510 y Pedrarias Dávila, gobernador de Castillas de Oro que venía del Darién en 1514, no sin antes combatir con los nativos que le repelieron. Luego de fundada, Santa Marta se convierte en la primera plaza de armas de España en tierra continental, punto de partida para la conquista de las nuevas tierras. Los conflictos con los indígenas no permitían el desarrollo del nuevo burgo, por lo cual Cartagena de Indias cobra importancia como puerto para el transporte del oro hacia España.

Las invasiones y saqueos por parte de piratas europeos impidieron su desarrollo urbano y, abandonada por la corona española ("la defensa por indefensión"), pudo desaparecer del mapa. La ciudad quedó casi despoblada y de la urbe primigenia no quedaron vestigios porque fue quemada más de veinte veces. Luego de una leve recuperación de Santa Marta en el siglo XVIII, la naciente Barranquilla de fines del siglo XIX toma el lugar portuario de Santa Marta, que languidece de nuevo por al apogeo de Ciénaga durante la bonanza bananera del siglo pasado.

La Catedral de Santa Marta merece un acápite: después de tantos ataques a la ciudad, la basílica quedó bastante averiada y poco a poco, con muchas penurias fue reconstruida en medio de la Guerra de la independencia.

La Diócesis de Santa Marta es la "Madre de todas las Jurisdicciones Eclesiásticas colombianas". Es también una de las basílicas menores del mundo, erigida así mediante el oficio No. 5123 de mayo 6 de 1930. Sólo está por encima la Basílica de San Pedro, del Vaticano.

Hoy, Santa Marta parece salir nuevamente del letargo de hace unos pocos años proyectándose como una promisoria esperanza, de la mano de propios y foráneos, amalgamados en una nueva sociedad dispuesta a darle la importancia que merece, perdida en buena parte por la desidia de todos.

Rumbo a sus 500 años, además de recuperar la urbe, debe asumir las condiciones con que fue designada Distrito: apuntar a contar con un turismo permanente y respetuoso para sus lugares tan especiales; a recuperar la memoria historia, hoy extraviada en buena parte, y a convertirse en el foco cultural de importancia nacional que fue hace no muchos años.