Solo eso quería decirte

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Alégrate Santa Marta y ponte tus mejores galas, porque hoy es tu cumpleaños. Eternamente joven, eternamente hermosa, ciudad soñada por Dios como preámbulo del cielo.

¿Recuerdas cuando aquel joven español, Rodrigo de Bastidas, don Juan y aventurero consumado, apenas te vio, de rodillas, te juró amor eterno? Tú sin siquiera conocerlo, le diste el sí.

Hoy, la memoria de los tiempos idos, acompañada de la sabiduría de los años, evoca en lontananza los muchos momentos de felicidad, y los tiempos aciagos de tu centenario andar.

¿Cómo olvidar las hordas de piratas que te atacaban una y otra vez, y creían destruirte?, pero tú siempre te levantabas, como la mujer valerosa que eres. Algunos de tus hijos más ilustres se rindieron ante la adversidad y se marcharon buscando mejores destinos, y sus nombres hoy ya nadie los recuerda, pero tu permaneciste.

Tu historia de grandeza es testimonio incontrovertible de que Dios te ha puesto a prueba muchas veces. Te envió pestes y terremotos que te desolaron. Pero la muerte no ha podido vencerte. La calamidad no ha hecho mella en tu espíritu, y pasa como todas las nimiedades, y tú sigues sonriente, alegre y fresca como si nada hubiera pasado.

El honor sin buscarlo ni quererlo, ha tocado a tu puerta una y mil veces. Tú, entre todas las ciudades del orbe, fuiste la elegida para dar morada a aquel hombre atormentado, libertador de cinco naciones, que solo en tu regazo pudo finalmente conciliar el sueño eterno. Tus brazos siempre han estado abiertos para todo aquel que se atreva a quererte.

¿Recuerdas aquella vez que fuiste sede presidencial? Pocos lo saben porque tu virtud te obliga a ser discreta. Hoy, cuando te miro, me doy cuenta de que eres un milagro de vida, y de que hemos andado un largo camino a pesar de las dificultades y de los sobresaltos pasados y presentes.

En lo personal, gracias, mil veces gracias por haberme dejado crecer en tus calles y por alimentar mis recuerdos de belleza inefable, de mar, de nieves, de vaivén de olas y de crujiente espuma blanca. Gracias por haberme dejado acariciar la sabiduría de lo eterno en tu ser. Si tu no estuvieras en mí, yo no podría ser quien soy; sería uno más entre muchos, un hombre perdido.

Gracias por tus consejos, cuando desolado por las circunstancias de la vida, he acudido a ti buscando respuestas. Siempre he sabido escuchar a tus olas, que hablan el idioma de la creación y dan los mejores consejos del mundo.

Gracias por dejarme contemplar extático tus atardeceres, y ser testigo mudo de cómo el Poniente cansado de la faena diaria, viene a pernoctar en tus brazos, y espera con ansiedad de niño que El Morro le dé el beso de buenas noches. Mi ser está lleno de atardeceres hermosísimos e irrepetibles ¿Qué más puedo pedirle a la vida?

Gracias por ser tierra de sueños y tierra soñada. Gracias por haberme dado lo mejor de ti y lo que me es más querido. Gracias por haber sido mi cuna, y ojalá que tu vientre sea mi tinaja mortuoria.

Quisiera saber, quisiera poder decirte lo que está en mi corazón, pero las palabras se rinden impotentes ante la grandeza del sentimiento. El verbo es inútil ante lo verdaderamente grande.

Hoy, amada Santa Marta de mis nostalgias, celebremos en grande y nada más. Que propios y extraños levanten las copas y eleven sus plegarias al cielo, para desearte un feliz cumpleaños y una larga vida.

Que suene la música, que se escuche el canto de los ángeles, que bailen todos tus hijos, y que tus calles se inunden de felicidad porque hoy es día de alegría.

Mi amada Santa Marta, ciudad dos veces santa, Tacita de Plata, Perla de las Américas. Letanía de amor por escribir.

Sabes tan bien como yo, que lo mejor aún está por venir y que el mejor sueño para ti, aún falta ser soñado, y que solo entonces alcanzarás la plenitud de tu increíble historia de amor. ¡Feliz Cumpleaños! Y nada más. Solo eso quería decirte.