Folclorismo samario

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Escrito por:

Arsada

Arsada

Columna: Opinión

e-mail: armandobrugesdavila@gmail.com



Por estos días escuchando una emisora local me encontré con una propaganda que realmente me impresionó, en ella un señor se comprometía a curar cualquier clase de enfermedad, desde la diarrea hasta el cáncer, pasando por la diabetes, las enfermedades cardiovasculares e incluyendo las de tipo neurológico o psiquiátrico.

Pero allí no quedaban las cosas, este señor en el colmo de la desfachatez, se comprometía de igual manera a arreglar matrimonios e incluso problemas de infidelidad. Pero sacó la pelota del estadio cuando se atrevió a decir que si con lo anterior el paciente o cliente no quedaba satisfecho él se comprometía a revelarle el número de la lotería. Si esto no es abusar de la inocencia de la gente entonces que lo es.

Lo único que le faltó decir fue que tenía comunicación directa con Dios. Me imagino que la emisora dirá que ella no tiene culpa alguna, ya que en eso radica su negocio en cobrar por emitir mensajes comerciales. Pero viéndolo bien esto no es un mensaje normal, la mala intención aflora por todas partes.

Una de la característica que acompaña a los necesitados es su gran capacidad o ansias de creer en algo siempre y cuando ese algo les prometa la satisfacción de sus necesidades, de allí que los pueblos en crisis sean terreno abonado para las sectas religiosas de todas los pelambres.

Pero Salud Pública si tiene la obligación no solo ética sino administrativa de intervenir en estos casos que atentan no solo contra la salud sino también contra la buena fe de las personas en tanto que permiten a inescrupulosos engañar a jóvenes y adultos esquilmándoles los pocos pesos que con tanto trabajo consiguen en su laborar diario.

Y hablando de adultos mayores, resulta infame la forma como a muchos de ellos los tratan sobre todo en los centros hospitalarios. Hablando con un galeno amigo, me comentaba que en nuestro Hospital Central, personas de otros municipios tenían que venir a coger fila a las tres de la mañana.

De no hacerlo así corren el riesgo de perder no solo su tiempo, también su viaje y lo más importante su consulta médica. No sé porque inexplicable razón la mayoría de las entidades que prestan servicios de salud, se les da por citar media o una hora antes de abrir sus dependencias, algo realmente inhumano sobre todo tratándose de personas de edad avanzada.

A propósito de la Ley 1170 de 2007, esa que trata sobre el conceder a las personas mayores de 62 años beneficios para garantizar sus derechos a la educación, a la recreación, a la salud y propiciar un mejoramiento en sus condiciones generales de vida, parece que no la conociera nadie y los que tienen la obligación de darle cumplimiento en la mayoría de los casos terminan tirándoselas de loco, por temor a los otros usuarios.

Los artículos doce y trece de dicha ley se convierten en la práctica en un rey de burlas. Según los mismos a partir de enero de 2008 las Empresas Promotoras de Salud deberán asignar a sus afiliados mayores de 62 años los servicios de consulta externa y especializada, dentro de las 48 horas siguientes a la solicitud por parte de estos. Y además la entidad Promotora de salud que no suministre de inmediato los medicamentos formulados incluidos en el POS deberá garantizar su entrega en el domicilio del afiliado dentro de las 72 horas siguientes. Mejor dicho, quién dijo miedo.

Ahora que en las oficinas públicas y bancarias el asunto se torna dramático, dado que allí tampoco nadie parece saber o querer saber nada al respecto, es mas en algunas ocasiones me ha tocado ser testigo de la forma agresiva como algunos usuarios muestran su descontento porque se le de preferencia a un señor o señora de la tercera edad.

Pero todo eso parece corresponder al mundo de nuestro folclor ciudadano, a la manifestación de una ciudadanía cansada de tanto engaño, que ya no cree en nada ni en nadie, que después de casi 500 años a lo único que ha aprendido es a reírse de sí misma y de su impotencia comunitaria.



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