Teoría y práctica del crecimiento económico

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Escrito por:

César Serpa Vega

César Serpa Vega

Columna: Opinión

e-mail: cesarserpavega@yahoo.com



¿De qué sirve crecer económicamente, desarrollarse y progresar en lo material si no se crece en calidad de vida o si no se distribuye y traduce ese crecimiento económico en bienestar social y humano? Colombia está experimentando un crecimiento impulsado básicamente por el llamado "boom minero", complementado por la explosión del comercio y el consumo desenfrenado de carros, viviendas y todo tipo de artículos materiales o "adminículos" -como decía mi profesor de Desarrollo Social en Uninorte, Alfredo Correa de Andréis q.e.p.d.-, sin dejar por fuera el sobreendeudamiento financiero el cual ha alcanzado cifras históricas en los últimos años, lo cual según la asociación de entidades bancarias (Asobancaria) presenta un crecimiento que podría ser preocupante más adelante; todo lo anterior indica que la economía va bien en cifras para algunos sectores, pero sin embargo, millones de colombianos de a pie no alcanzan a percibir las mieles de dicha bonanza, lo que quiere decir que el crecimiento económico está siendo marginal y excluyente, porque no se está traduciendo en bienestar social y calidad de vida para la mayoría.

El meollo o el objetivo del crecimiento económico es en teoría y en resumidas cuentas, el mejoramiento de la calidad de vida de todos los miembros de una sociedad. Varios libros de economía básica nos muestran en esencia que ese debería ser el fin de las economías modernas: el tratar de mitigar o reducir la pobreza y aumentar la expectativa de vida de los seres humanos.

Este planteamiento básico y aparentemente elemental se vuelve todo un complejo acertijo al momento de implementarse o llevarse a la práctica, ya que las miles de externalidades o factores que influyen en las economías van desdibujando, desvirtuando o tergiversando el objetivo inicial.

Existen libros y tratados completos que documentan este fenómeno, como el de los economistas Acemoglu y Robinson "Por qué fracasan los países" ó el del economista peruano Hernando de Soto "El misterio del Capital", los cuales tratan de explicar a su manera en dónde radica la desconexión entre la teoría (el crecimiento económico) y la realidad (el bienestar social), además de desmitificar o derrumbar paradigmas como la creencia de que estamos atrasados por cuestiones culturales, genéticas, geográficas o climatológicas; pues estos autores se esforzaron en demostrar que nuestro subdesarrollo obedece más a la clase de líderes que escogemos y al tipo de política económica que ellos implementan (según Acemoglu y Robinson), o también por fallas técnicas y estructurales del sistema económico, lo cual se ve cuando la economía excluye sistemática o intencionalmente a sectores mayoritarios de la población, como por ejemplo, cuando se restringe el acceso al crédito con requisitos inalcanzables, que sólo pueden ser cumplidos por aquellos que poseen propiedades formales y legalizadas (según De Soto).

Lo que puede resumirse en cierta forma al estudiar teorías sobre el desarrollo, es que a pesar que la especie humana se ha organizado, aprendido y evolucionado gracias a las experiencias vividas, todavía no hemos podido configurar un sistema político, económico y social que por lo menos permita acercarse al ideal de vivir en una sociedad equitativa, incluyente y justa, en donde se minimice la pobreza y se maximice el bienestar humano y la calidad de vida de la mayoría. El Capitalismo ha sido el sistema más difundido, aceptado y usado en la actualidad, lo cual no significa que sea el más exitoso, sobre todo en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, en donde inclusive algunas teorías sostienen que varios países han alcanzado el desarrollo gracias a la dependencia económica que le han inducido a los países subdesarrollados, como es el caso de tratados de libre comercio desiguales e inequitativos o de políticas económicas dominantes o impuestas por medio de "asesorías" que supuestamente buscan corregir problemas y resolver crisis, pero que en la práctica generan más pobreza, desempleo y quiebra.

Nuevamente el llamado es a que aprendamos de las experiencias y comprendamos que es necesario propiciar, premiar y estimular el crecimiento económico, pero solo bajo la condición de que dicho crecimiento se traduzca en generación de empleos suficientes, dignos y formales; que también garantice la financiación y el cumplimiento de las necesidades básicas y vitales de los habitantes del país que está creciendo; y sin olvidar la destinación o reorientación de una parte de dicho crecimiento hacia la inversión en energías "verdes" para prolongar nuestra existencia en este planeta. En conclusión, como especie humana "evolucionada" debemos procurar que la teoría y la práctica coincidan, por lo menos en lo concerniente al crecimiento económico y a la generación de bienestar.



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