La importancia de Montesquieu

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



Charles Louis de Secondart, el barón de la Bréde y de Montesquieu era un hombre de su tiempo. Hacía parte de la gran corriente que a mitad del siglo XVIII (El siglo de las luces) puso en duda la legitimidad del absolutismo político. Pero su pensamiento logró influir también en la corriente del liberalismo y en la teoría política de la historia del mundo.

Sus tesis, planteadas en los textos más conocidos de su autoría como El espíritu de las leyes o un poco menos como Cartas Persas o como Consideraciones de las causas de la grandeza y posterior decadencia de los romanos son hoy un referente en el conjunto de ideas que rigen nuestro mundo político y nuestras instituciones republicanas.

Las crisis económicas y políticas de su tiempo, sus viajes, su cercanía con la academia y su condición social fueron determinantes para el desarrollo de su pensamiento moderado con base en las libertades y el individuo.

Ese liberalismo es debatido entre los mismos argumentos de Montesquieu por la contradicción, si así puede llamarse, en su actitud de preferir en general lo que existe frente al cambio. Por eso, la gran familia que hereda el pensamiento político de Montesquieu es la de la tendencia aristocrática vinculada a las tradiciones o que quería cambiarlas poco a poco. Sin embargo, su obra política a pesar de no ser enteramente revolucionaria, incidió en el cambio del régimen despótico al republicano.

Su método parece ser empírico; más que las ideas abstractas le interesaban las condiciones concretas de la actualidad de su vida. Era amigo y al mismo tiempo adversario del régimen, porque gozaba de los privilegios que le concedía la corona y adversario porque, por supuesto, no comulgaba con lo despótico del soberano Luis XV. Perteneció a la Academia Francesa, donde tuvo oportunidad de alternar con grandes personalidades. Abandonó la que para su tiempo era la tradicional división tripartita de las formas de gobierno que venía desde Grecia y encontró un nuevo modelo.

La preocupación fundamental de Montesquieu fue llegar a establecer una organización que garantizara mejor la libertad política. Llegó a la conclusión de que solo es posible la libertad cuando se limitan los poderes gubernamentales. La mejor garantía de la libertad y la salvaguardia más acorde con la necesidad de la consecución del bien común y el enfrentamiento a posibles tiranos, se encuentra en la separación de los poderes: ejecutivo, legislático y judicial, tal como se supone que lo observó en Inglaterra. El ejercicio de cada poder debe correr a cargo de un órgano peculiar mediante el establecimiento de un sistema de frenos y balances, lo que hoy denominamos los politólogos pesos y contrapesos.

La meta del Barón, parecía ser la de extirpar los rezagos del gobierno personalista y cortesano, donde tanta importancia tiene la hermandad de sangre y el poder económico. A pesar de provenir de una familia aristocrática, concibió una transformación política y estructural para la institución real francesa de su tiempo.

De esta manera el Barón de Montesquieu concibe: El poder ejecutivo: ejercido por el monarca, quien ejecuta la política estatal. Los actos del monarca deben ser jurídicamente fiscalizados. El poder legislativo: independientemente del órgano ejecutivo, está encargado de dictar las leyes y las atribuciones como prerrogativas propias.

De alguna forma es un cuerpo intermedio, porque estaba compuesto por un grupo de personas que tienen los mismos intereses religiosos y económicos. Eran reflejos de las clases sociales y debían vigilar al ejecutivo para que no se extralimite en sus funciones.

El poder judicial: Montesquieu enfatiza que debe ser totalmente independiente del rey, pues como recordamos, en Francia los tribunales dependían del capricho del monarca con la dinastía de los Luises. La garantía del órgano judicial, asegura la imparcialidad en la aplicación de la justicia a los individuos.

Montesquieu quiso apoyar la diversidad por oposición al utilitarismo centralizado y por eso defendió la mayor libertad y autonomía a nivel de organizaciones territoriales, lo que en Colombia entendemos como departamentos y municipios. Por eso utilizó como argumento las características de la geografía como influenciador del Sistema Político.

A partir de sus ideas, el mundo político se ha nutrido hasta nuestros días. Las enseñanzas que nos dejó no son una camisa de fuerza para nadie, más bien deben ser un traje a la medida de cada sociedad. Pero en el pensamiento de Montesquieu se encuentran las imprescindibles raíces de las libertades civiles, de los límites a los abusos del poder y de la descentralización política. Tres cosas que en Colombia nos ha tomado demasiado tiempo aprender. Ojalá no sigamos descartando por los siglos de los siglos la importancia de Montesquieu.