No pierdan el foco!

Columnas de Opinión
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Es evidente que el acuerdo sobre temas agrarios al cual llegaron el Gobierno y las Farc en las conversaciones de paz que se desarrollan en La Habana, fue producto de una presión política desde el Palacio de Nariño.

Se necesitaba con urgencia mostrar resultados ante el aumento y el calibre de las críticas, además de la desconfianza creciente de ciertos sectores a raíz de los asesinatos de soldados y policías, secuestros de civiles y los bombardeos a la infraestructura vial del país por parte de la guerrilla en las últimas semanas.

Mientras el Gobierno y los organismos de cooperación internacional expresaban su complacencia, los gremios de la producción agropecuaria y algunos analistas coincidían en que los puntos acordados son ambiguos y genéricos y que además abordan temas que cualquier Plan de Desarrollo sensato para este país debiera por lógica incluir.

En el tema del acceso y uso de la tierra, existe una incertidumbre general por las amenazas del Incoder de extinción de dominio a quienes por un lado incumplan la función social y ecológica de sus fincas y por otro lado a quienes hayan adquirido terrenos baldíos que superen una Unidad Agrícola Familiar (UAF) que en el caso del Meta, Vichada y Casanare no supera las 1.300 hectáreas.

En esas condiciones, es posible que el Gobierno inicie un arbitrario proceso de extinción de dominio a más de 200 mil hectáreas sembradas de maíz, caucho, palma, forestales, arroz y soya en la Altillanura. La verdad es que pago por ver el pleito que se armará entre el Gobierno y los grandes grupos económicos como el de Luis Carlos Sarmiento Angulo, Alejandro Santo Domingo, Germán Efromovich y empresas como Manuelita, Riopaila, Mónica, Carguil y Pacific Rubiales entre otros.

Seguramente estas y otras áreas agrícolas desarrolladas del país son las que las Farc pretenden que sean convertidas en Zonas de Reserva Campesinas, o que el Gobierno incorpore al Fondo de Tierras que será creado, para que luego les sean repartidas a alzados en armas que se acojan al proceso de paz.

Decía Abraham Lincoln: "no se puede crear prosperidad desalentando la iniciativa propia, no se puede fortalecer el débil, debilitando el fuerte, no se puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes, no se puede mejorar al pobre, destruyendo al rico, no se puede ayudar a los hombres, realizando por ellos permanentemente lo que ellos pueden y deben hacer por ellos mismos". No comprendo entonces el afán de las Farc y del Incoder de emprender una persecución contra los empresarios del campo del país.

Si el Presidente de la República toma la determinación de construir una carretera entre Puerto Gaitán y Puerto Carreño y da navegabilidad al Río Meta que conecta con el Orinoco y con Puerto Ordaz en Venezuela, puede abrir el paso a la explotación de 7 millones de hectáreas aptas para la producción agroindustrial.

Esta sería la manera más expedita para darle ocupación productiva a los reinsertados y a tantos campesinos que se quedaron sin tierras en este país. Y si el objetivo es evitar la concentración de tierras, una solución viable sería promover las asociaciones de pequeños y medianos productores para que trabajen junto a los grandes proyectos.

Para desarrollar una agricultura moderna es necesario tener economías de escala y estas solo se logran con extensiones mayores a las 10.000 hectáreas, sumadas a inversiones en infraestructura, educación, ciencia y tecnología.

De no encontrar una figura jurídica que permita el desarrollo de estas grandes extensiones agrícolas, estaremos condenados a seguir importando esos alimentos (seis millones de toneladas anuales) desde Estados Unidos, Argentina y Perú, y que sean esos países los que generen empleo a costa nuestra.

Claramente el Gobierno y las Farc se están desviando del verdadero objetivo de la paz. En vez de estar pensando en quitarles al uno y al otro, deberíamos sumar para todos. No pierdan el foco!