Cinco distinguidas magistradas, se van de paseo durante una semana por el Caribe. Allí van a conocer islas paradisiacas y Panamá. De seguro lucirían sus vestidos finos, compraron joyas, y demás utensilios. Y buen vino con buenas viandas.
Piden permiso en sus respectivos trabajos, pero no piden que los días laborales en las cuales no asisten se les descuenten el salario. Cuando llegan a Cartagena evaden a los periodistas que quieren indagar sobre el viaje y qué razones justificaron para su ausencia. Ninguna de ellas da la cara.
Una alega que su hijo le hizo todo el gasto como obsequio del día de la madre y que en el viaje se la pasó leyendo procesos de su trabajo. Quien dice semejante argumento es nada más ni nada menos que la presidenta de la honorable Corte Suprema de Justicia.
Linda historia, que no es de García Márquez, ni es el argumento de una pésima comedia o los bodrios de novelas que produce Telemundo. Es algo que sucedió en la vida real y como siempre nuestra Colombia en la mira. Son los que imparten justicia los que se van a pasear muy rico mientras los expedientes en los anales de la justicia aumentan.
Seguramente estos magistrados que laboran en Bogotá y Villavicencio, no tengan vergüenza y darán por descontado que en unos días ya no será noticia lo que hicieron. En Colombia día por medio hay un escándalo nuevo.
Será que en un acto de magnanimidad dejarán de cobrar esos días de sueldo. Un permiso remunerado solo por ir a pasear no es justificable. Esperemos a ver.
Mi ñapa. Lo que hicieron en Bogotá un exalcalde, contratistas, funcionarios, abogados, excongresistas, y concejales no tiene nombre. Como bien tituló la revista Semana: El segundo Bogotazo.